La investigación destaca que, aunque el deporte por sí mismo no garantiza un bienestar integral, sí constituye un mecanismo eficaz para impulsar la integración social, promover la salud, fortalecer la educación y fomentar valores cívicos. Estas dimensiones lo convierten en un aliado clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que buscan transformar las realidades sociales y económicas de los países hacia el año 2030.
La popularidad del deporte en Iberoamérica es indiscutible. De acuerdo con datos citados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el fútbol, moviliza a millones de personas a ambos lados del Atlántico y es percibido por el 60% de los latinoamericanos como un rasgo distintivo de identidad nacional. Esta capacidad de convocatoria se traduce en un impacto económico ya que, genera empleo, atrae inversión en infraestructura y se vincula a industrias complementarias como el turismo, la publicidad y el entretenimiento.
Por otro lado, el documento enfatiza que la práctica deportiva estimula el capital social, entendido como los vínculos de confianza y cooperación que permiten a las comunidades trabajar unidas. En términos económicos, esto se traduce en menores costos asociados a la criminalidad, mejoras en la productividad laboral y un mayor retorno de las inversiones sociales. Programas evaluados en Europa y América Latina demuestran que los proyectos deportivos bien diseñados reducen riesgos sociales y ahorran recursos públicos que, de otra manera, se destinarían a combatir problemas como la violencia, el abandono escolar o el consumo de drogas.
Aunque ninguno de los 17 ODS menciona explícitamente al deporte, su contribución atraviesa múltiples metas de la Agenda 2030. El estudio de la SEGIB identifica 19 metas vinculadas a 8 ODS, tal como se muestra en la Imagen 1, en las que el deporte puede ejercer un impacto directo, abarcando áreas como la salud, la educación, la igualdad de género, la reducción de desigualdades, la construcción de ciudades sostenibles y la promoción de la paz.
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En materia de salud (ODS 3), la actividad física ayuda a combatir la obesidad y las enfermedades no transmisibles, que afectan a más del 50% de la población latinoamericana. En educación (ODS 4), fomenta la permanencia escolar y mejora el rendimiento académico, además de inculcar valores de cooperación y disciplina. Respecto a la igualdad de género (ODS 5), el deporte promueve el liderazgo femenino y combate estereotipos que históricamente han limitado la participación de mujeres y niñas en diferentes ámbitos de la sociedad.
El estudio también vincula al deporte con la reducción de las desigualdades (ODS 10), en una región donde el coeficiente de Gini alcanza un promedio de 50,1, muy superior al de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (36,2). Programas deportivos inclusivos pueden contribuir a reducir estas brechas, generando oportunidades de integración social y laboral para comunidades marginadas.
La investigación reconoce avances, pero también señala desafíos estructurales. Uno de los principales es la elevada inactividad física: aproximadamente 360 millones de personas en América Latina presentan sobrepeso u obesidad, lo que representa el 58% de la población. Este problema se concentra especialmente en sectores de bajos ingresos y en mujeres, lo que refleja la necesidad de políticas públicas más inclusivas.
Otro desafío que destaca el informe es la desigualdad en el acceso a oportunidades deportivas. Las ciudades iberoamericanas concentran altos niveles de urbanización —casi el 80% de la población vive en áreas urbanas— pero no siempre cuentan con espacios deportivos adecuados y accesibles. La falta de infraestructura en barrios populares limita el acceso al deporte y profundiza las inequidades sociales.
Asimismo, el documento alerta sobre la violencia y la corrupción como obstáculos para el desarrollo sostenible (ODS 16). América Latina concentra el 39% de los homicidios a nivel mundial y 41 de las 50 ciudades más violentas. El deporte, con su capacidad de transmitir valores como el juego limpio y la transparencia, se plantea como un vehículo para reforzar la integridad y la cohesión social.
El informe de la SEGIB también resalta que para aprovechar al máximo el potencial del deporte es indispensable articular alianzas entre gobiernos, sector privado, organizaciones deportivas, Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y organismos internacionales. Estas alianzas deben enfocarse en objetivos compartidos, con métricas claras de evaluación, y alinearse con las estrategias nacionales de desarrollo.
Ejemplos concretos incluyen iniciativas de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) orientadas a la infancia, proyectos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) en educación física y programas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra las drogas que utilizan el deporte como herramienta de prevención. Asimismo, destaca la importancia de la Responsabilidad Social Corporativa. Sin embargo, en América Latina aún son pocas las empresas que incorporan la sostenibilidad en sus estrategias. En este sentido, aquellas que apoyan programas deportivos no solo generan beneficios sociales, sino que también fortalecen su reputación y consolidan los vínculos con la comunidad.
Una oportunidad para la República del Paraguay
En Paraguay, los desafíos son evidentes: el país presenta elevados niveles de desigualdad, una marcada brecha de género en el acceso a ingresos y un proceso de urbanización acelerado que convive con problemas de violencia e inseguridad. Ante este panorama, el deporte surge como una herramienta estratégica para fomentar inclusión, salud y cohesión social.
De hecho, los últimos años han demostrado que el deporte también puede convertirse en un motor económico, social y cultural. Los Juegos Suramericanos Asunción 2022 dinamizaron la economía y dejaron un legado en infraestructura y participación ciudadana, mientras que los Juegos Panamericanos Junior 2025 reforzaron la proyección internacional del país con la llegada de miles de atletas y visitantes extranjeros. A esto se suma el Rally del Paraguay (WRC 2025), que se realizará entre el 28 y 31 de agosto y que estima movilizar a más de 250.000 espectadores y dinamizar sectores como el turismo y la gastronomía.
Al mismo tiempo, disciplinas emergentes ganaron espacio con el WPT Paraguay Open 2023 y el Premier Pádel 2025, que posicionaron a Paraguay en el calendario global del pádel. En el fútbol, la Final de la Copa Sudamericana 2024 realizado en la Nueva Olla atrajo miles de turistas y fortaleció la visibilidad internacional del país. En conjunto, estos eventos confirman que el deporte trasciende el espectáculo para consolidarse como un factor de integración social, dinamismo económico y proyección internacional.
Paraguay, con su fuerte tradición deportiva, especialmente en el fútbol, que moviliza a comunidades enteras y constituye una de las principales expresiones culturales del país, tiene la oportunidad de aprovechar este capital social e integrarlo a programas de educación, prevención de violencia y promoción de la igualdad de género, contribuyendo de forma concreta al cumplimiento de la Agenda 2030.
*Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones