El pasado martes, la sesión ordinaria de Diputados tuvo que ser cortada con un cuarto intermedio a consecuencia de incidentes generados luego de que el diputado Yamil Esgaib (ANR, cartista) presuntamente provocara al diputado Raúl Benítez (independiente) hablando a sus espaldas -literalmente- mientras este se encontraba en uso de palabra.
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El reclamo del opositor para que Esgaib regresara a su lugar y dejase de interrumpirlo, provocó que la “patoteada” fuera en aumento.

Se sumaron otros incidentes, teniendo como protagonistas al aliado cartista Jatar “Oso” Fernández y el imputado colorado cartista Esteban Samaniego, quienes son reincidentes, con el visto bueno del titular de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre (ANR, cartista).
En vez de aplicar el reglamento y llamar al orden a los protagonistas, Latorre solo se limitó a pedir respeto, y luego suspendió momentáneamente la sesión.
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Con esta estrategia lograron evitar que el diputado opositor siguiera cuestionando a la senadora colorada cartista Lizarela Valiente y a su pareja, el imputado exintendente de Asunción, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, HC).
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Al retomarse la sesión, los cartistas aprovecharon para plantear de manera sorpresiva una sesión extraordinaria en la que aprobaron una paquete de tres leyes ingresadas en la víspera a su tratamiento, con lo cual se evitó el debate previo en las comisiones y la socialización con la ciudadanía.

La estrategia cartista de incidentar las sesiones se viene utilizando impunemente para cortar también la etapa de oradores, que permite a los opositores criticar al Gobierno de Santiago Peña. Por ejemplo, en mayo pasado el diputado Jatar Fernández había hostigado a la opositora Leidy Galeano (YoCreo), quien estaba criticando a la Contraloría.
La presunta amenaza de Jatar a su colega y un tenso careo posterior con el diputado Guillermo Rodríguez (YoCreo) casi terminó en golpes de puño.
En esa oportunidad se declaró también cuarto intermedio, pero en dicho caso los cartistas aprovecharon para dejar sin quórum la sesión y evitar correr con el costo político de un controvertido veto del presidente de la República, Santiago Peña, al aumento de la pensión (ayuda económica) a personas con discapacidad. Pero como no tenían argumentos, los cartistas aprovecharon el incidente para evitar el quórum y que el veto quedase firme mediante la aceptación automática (sanción ficta).
Previamente, “Oso” Fernández ya había protagonizado incidentes similares, como cuando varios de sus colegas tuvieron que contenerlo para evitar que agrega a su colega Raúl Benítez, quien criticó el “Oso Bus”. Esta iniciativa consistió en el “maquillaje” de un bus que supuestamente brindaría el servicio nocturno en el departamento Central, que apenas duró un mes y ni siquiera tenía el permiso del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
Otra cartista que protagonizó un incidente, en este caso con una funcionaria a cargo del diputado Benítez, que estaba simplemente filmando la sesión en un momento donde de vuelta había incidentes, fue la diputada Cristina Villalba (ANR, HC), que a empujones y gritos la echó de la sala de sesiones.

En dicha ocasión, el legislador opositor solicitó las filmaciones de circuito cerrado de la sala de sesiones a fin de deslindar responsabilidades y tomar las medidas que correspondieran, pero Latorre nunca proveyó el video.
En todos estos casos, los cartistas no fueron llamados al orden, figura reglamentaria que en caso de acumulación, podría desencadenar en sanciones más severas como la expulsión. El único suspendido hasta ahora (por un mes) por presunta agresión fue Esgaib, pero a la par fue salvado por la mayoría cartista en otra oportunidad, cuando tuvo una reacción violenta contra la prensa al ser consultada por su hija la “nepobaby” Magida Esgaib.
Utilizan la sanción como amenaza
En contrapartida a la benevolencia con sus aliados cartistas, el presidente de la Cámara de Diputados, el cartista Raúl Latorre, se muestra “implacable” con opositores, como fue el caso reciente del diputado Miguel Martínez (PLRA).
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Latorre le “llamó al orden” por el simple echo de que llamó “colorratas” a quienes se opusieron a uno de sus proyectos de ley. Esto enojó sobre todo a los de Honor Colorado, que incluso llegaron a plantear la suspensión de Martínez, pero luego recularon.