A 24 horas de que concluya el plazo que las autoridades militares israelíes han dado al, como mínimo, medio millón de civiles que quedan en Ciudad de Gaza para que la abandonen, toda la Franja palestina se ha quedado este jueves sin conexión a internet y telefónica, lo que en anteriores ocasiones ha sido el preludio de un inminente aumento de la violencia de los bombardeos israelíes. Las comunicaciones ya dejaron de funcionar en la víspera en el norte de Gaza, previsiblemente por intervención israelí. Los residentes en la capital —sobre la que Israel lanzó este martes su anunciada incursión terrestre y donde se han registrado la mayoría de los 79 muertos en las últimas 24 horas— ya han visto tanques en dos zonas distintas, informa la agencia Reuters.

Las fuerzas israelíes controlan los suburbios orientales de la ciudad y en los últimos días han estado atacando las zonas de Sheij Radwán y Tel al Hawa, desde donde estarían posicionadas para avanzar hacia las zonas central y occidental. Es allí donde se refugia la mayor parte de la población, que los distintos cálculos estiman entre 600.000 y 800.000 personas.

La capital alberga, además, la mitad de centros médicos que aún pueden atender pacientes, tras la destrucción sistemática de los hospitales y otros puntos de atención sanitaria. “Gaza no se puede permitir perder más hospitales”, recordó este miércoles el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

El ejército israelí está lanzando panfletos instando a los residentes a huir hacia una “zona humanitaria” en el sur que Naciones Unidas y las organizaciones de ayuda humanitaria vienen denunciando como un espacio infestado, insalubre y carente de alimentos y agua. En anteriores ocasiones, las fuerzas israelíes han bombardeado los espacios que definieron como seguros.

Este miércoles, para promover la huida, abrieron lo que definieron como una “ruta de transferencia temporal”. Es la carretera Salah al Din, que conecta el norte y sur de Gaza por el interior y que se suma a la carretera de la costa, por la que ya venían huyendo decenas de miles de civiles, en su enésimo desplazamiento forzoso, desde que Israel anunció el mes pasado la ofensiva terrestre sobre la capital.

A diferencia de la que el Gobierno de Benjamín Netanyahu ordenó poco después de iniciar su invasión, a raíz del ataque de Hamás, en octubre de 2023, la población duda aún más ahora si emprender el éxodo (la mayoría se ha quedado de momento) porque lo afronta hambrienta (la ONU declaró la hambruna justo en esa zona), exhausta y más empobrecida, justo cuando el coste del desplazamiento se ha disparado hasta los 2.000 dólares (unos 1.700 euros).

Y con la casi absoluta certeza de que no volverán a ver su casa en pie. El ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, ya advirtió en su momento de que la capital quedará “destruida” y este miércoles agregó que negocia con Estados Unidos la futura división del territorio entre los dos aliados. “Hemos invertido mucho dinero en esta guerra (…). Tenemos que ver cómo nos repartimos la tierra en porcentajes. La demolición es el primer paso de la renovación de la ciudad, algo que ya hemos hecho. Ahora solo necesitamos construir”, dijo en una conferencia en Tel Aviv.

Las declaraciones coinciden con la propuesta enunciada el pasado febrero por el presidente de EE UU, Donald Trump, de convertir el litoral palestino en la “Riviera de Oriente Próximo”, controlada por su país y en la que viviría “gente del mundo” tras impulsar la limpieza étnica de la población palestina, que no podría volver. Este miércoles, Israel favoreció la salida al extranjero de 550 gazatíes.

El pasado marzo y tras haber logrado la liberación negociada de decenas de rehenes israelíes en Gaza, Netanyahu rompió unilateralmente el alto el fuego con Hamás con el objetivo de no tener que poner fin a la invasión, como se había comprometido en la última fase. En las mismas fechas bloqueó toda entrada de comida, agua y electricidad a la Franja. Luego, puso en pie con EE UU un polémico sistema militarizado y con contratistas privados que ha convertido la entrega de alimentos en una suerte de Juegos del hambre. ONU y ONG advirtieron de lo que acabó sucediendo: muertes diarias por inanición. Otras cuatro, este miércoles, según el recuento de los hospitales en Gaza difundido por las autoridades sanitarias.

La ya magra entrada de ayuda humanitaria puede sufrir desde este jueves un nuevo revés, a raíz de un atentado letal en el cruce entre Cisjordania y Jordania, controlado por Israel. Lo efectuó un jordano, que asesinó a cuchilladas a dos soldados israelíes, y que ―según el ejército israelí― conducía un camión con ayuda humanitaria para Gaza. Jordania ha cerrado hasta nuevo aviso el cruce e Israel ha suspendido temporalmente el suministro humanitario por esa ruta y cerrado todos los accesos a Jericó, la ciudad cisjordana más cercana al cruce.

source

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *