“Nos han golpeado, nos han arrastrado por los suelos, nos han vendado los ojos, nos han atado de pies y manos, nos han metido en jaulas, nos han insultado”. Así ha relatado este domingo el abogado andaluz Rafael Borrego ante numerosos medios de comunicación cómo han transcurrido los días que él y el resto de integrantes de la Global Sumud Flotilla pasaron en cautiverio desde que fueron apresados en aguas internacionales por Israel entre la noche del miércoles y el jueves, y conducidos a una prisión de ese país cuando intentaban llevar ayuda humanitaria a Gaza. Borrego forma parte, junto a otros 20 españoles, del primer grupo que ha regresado a España. El resto de los detenidos que sigue en una prisión en medio del desierto del Néguev, 28, tiene previsto regresar probablemente este lunes en un vuelo que aterrizará en Atenas, según han informado fuentes cercanas a las familias y a la organización de la flotilla, citando al consulado español en Israel.
La llegada de los liberados se hizo esperar. El vuelo de Air Europa de Tel Aviv que transportaba a los españoles aterrizó a las ocho y media de la tarde en Madrid, pero no fue hasta más una hora después cuando salieron, entre gritos de júbilo y aplausos del más de un centenar de personas que acudieron a recibirlos. En este primer grupo han viajado la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau y el concejal de ERC Jordi Coronas, pero ellos tomaron otro vuelo doméstico con destino a Barcelona.
A su llegada al aeropuerto de Barcelona, a las 23.22, Colau ha ratificado los malos tratos infligidos por las autoridades israelíes durante la detención y encarcelamiento de los activistas. “Nos han secuestrado de forma ilegal en aguas internacionales. Ha habido maltrato, pero no es nada comparado con lo que sufre cada día el pueblo palestino cada día”, ha dicho Colau, vestida aún con la camiseta blanca que Israel proporcionó a los prisioneros. Colau ha insistido en que debe continuar la “movilización” permanente hasta acabar con el genocidio. “Lo importante no somos nosotros, sino la causa de la humanidad, que hoy es la causa palestina”, ha señalado.
Desde al menos dos horas antes del aterrizaje, numerosos medios de comunicación, familiares y personas sin relación con los liberados se habían congregado en la terminal del aeropuerto. Entre ellos, la ministra de Sanidad, Mónica García, que pudo reunirse con el grupo antes y transmitió a los familiares que todos estaban bien. “Afectados por lo que han vivido, pero animados por estar aquí”, dijo.
Durante la espera, las familias fueron separadas de la prensa y el resto de personas por un cordón policial, con la intención de que los recién llegados pudieran salir con tranquilidad, pero en cuanto se abrieron las puertas, la tensión estalló, el cordón se rompió y los abrazos lo fueron todo. Y también los aplausos y cánticos, lemas en favor de Palestina, banderas ondeando y, sobre todo, madres, padres, parejas, hermanos y amistades buscando a sus seres queridos entre los que iban saliendo. Como Josefa y Raúl, los padres de la catalana Laia Rosell, que no pudieron aguantar las lágrimas cuando por fin abrazaron a su hija.
Malos tratos
Los activistas, aunque muy emocionados y algunos incluso con los ojos llorosos, apenas dejaron pasar diez minutos para organizarse y leer un comunicado escrito a lápiz en las bolsas para vomitar que se ofrecen en los aviones. Vestidos con pantalón de chándal gris y camiseta blanca, algunos en chanclas porque les quitaron el calzado durante el cautiverio, han recalcado que por mucho que su sufrimiento haya sido grande, peor es el de los palestinos de Gaza y Cisjordania, mientras continúan los bombardeos sobre la Franja.
Borrego, que también es abogado, explicó que la violencia escaló notablemente cuando llegaron al puerto de Ashdod. “Estuvimos siete horas maniatados con las manos en la espalda, sentados en el asfalto de noche, mientras se paseaba el ministro extremista [Itamar] Ben Gvir”, ha denunciado. “Nos robaron prácticamente todos nuestros objetos personales”.
Los miembros de la flotilla han confirmado que a varios de sus compañeros se les ha negado la medicación necesaria, en concreto insulina para los diabéticos y las pastillas necesarias para otra persona con una patología cardiaca. “Nos dijeron que no tenían médicos para animales”, ha abundado Borrego, mientras otros de sus compañeros, a su alrededor, daban cuenta de otras formas de tortura que han sufrido, como privación del sueño, o apuntarles con armas en zonas vitales como cabeza y corazón, o amenazarles con perros.
Los liberados han recordado que más de un centenar de miembros de la flotilla siguen presos en Israel, y que los palestinos encarcelados son muchos más. También han agradecido a las autoridades su intermediación para ponerlos en libertad, y han insistido en que lo que les queda por hacer es llamar a la movilización popular. “Damos gracias al pueblo español por todo lo que está haciendo, por las muestras de valentía que ha dado. Y a los gobiernos les pedimos que hagan todo lo que puedan y que hagan más”, ha animado Borrego.
Los periodistas de EL PAÍS, Carlos de Barrón, y de Público, Néstor Prieto, leyeron un segundo comunicado para dar fe de los abusos denunciados por sus compañeros. “Todos hemos sido testigos de los hechos que se han declarado previamente. Nos hemos visto obligados a embarcar porque no podemos realizar nuestro trabajo sobre el terreno, pues los periodistas sobre el terreno son un objetivo militar prioritario”, ha denunciado De Barrón, para recordar a continuación que más de 200 reporteros han muerto en Gaza desde que estalló el conflicto.
Barrón también ha denunciado el trato degradante que sufrieron ellos, específicamente por ser periodistas. “Cuando vieron que en mi chaleco ponía ‘prensa’, un soldado me dijo: ‘¿Ah, periodista?’ Y me obligó a pasar unos 45 minutos contra el suelo, con las manos esposadas y presionándome fuertemente la nuca con el codo”, ha contado posteriormente a los amigos y familiares que acudieron a recibirle.
Por su parte, Prieto ha explicado ante la prensa que a su llegada les requisaron todo su material de prensa y ha confirmado los abusos descritos por sus compañeros y denunciado otros nuevos. “Han firmado en nuestro nombre una declaración en la que afirmamos haber entrado ilegalmente en Israel y ser capitanes de barco, cuando somos gente sin ninguna formación marítima, han plantado documentación en hebreo delante de nosotros, negándonos derecho a traductor, y no hemos tenido asistencia consular porque no permitieron acceder al cónsul al puerto de Ashdod”, ha señalado Prieto. “Hemos llegado en una situación de absoluta indefensión”.
Entre quienes han estado esperando a los liberados, los sentimientos han sido de impaciencia y alegría. Amin Abdelkaber esperaba con ansias a su esposa, la influencer Ana María Alcalde Callejas, con quien tiene seis hijos. “Tengo mucha alegría, pero también sentimientos encontrados, estamos muy tristes por todos los compañeros de ella que todavía se encuentran allí y están sufriendo bastante”, afirmó.
Fernando Serrano y Marina Guerrero son un matrimonio de Madrid que, incluso sin tener relación con los liberados, quisieron expresarles su agradecimiento en el aeropuerto. “Sentimos una mezcla de alegría porque puedan ir volviendo, e indignación y mucha impotencia”, comenta Serrano, en referencia a la situación actual en la Franja y al intento fallido de entregar la ayuda humanitaria.
Un “acuerdo” con Israel
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, explicó que en este primer grupo viajaban quienes han firmado un documento aceptando que entraron ilegalmente en el país. “En cualquier caso, hayan firmado el documento o no, esta situación de retención por parte de Israel tiene que terminar inmediatamente y sus derechos tienen que estar respetados”, reclamó Albares en TVE.
Entre los congregados en Barajas estaba también Paula Espinosa, diputada adjunta de las Cortes Valencianas de Compromís, que había acudido a recoger a su compañero, el diputado Juan Bordera, otro de los tripulantes. Se sentían contentos por tenerlo de vuelta, pero Espinosa no dejó de recordar que hay más españoles que siguen presos en Israel. “Sentimos un poco de desasosiego por el hecho de que todavía haya gente [presa] allí y que no haya podido llegar la ayuda humanitaria”, lamentó.
Los primeros participantes de la flotilla que fueron liberados, el pasado viernes, fueron cuatro parlamentarios italianos. El sábado, un grupo de 137 activistas deportados llegó también a Estambul. Muchos de ellos denunciaron igualmente haber sido sometidos a malos tratos y humillaciones durante su estancia en prisión, algo que ya había contado la víspera la ONG Adalah, que ha asumido la defensa legal de los detenidos. Según Reuters, Israel ha deportado a 170 de los más de 450 retenidos.
El ultraderechista Ben Gvir se pronunció este domingo sobre las condiciones de detención de los activistas de la flotilla. Insistió en que los miembros de la misión apoyan el terrorismo de Hamás y ha defendido que “cualquiera que apoye el terrorismo es un terrorista y merece condiciones terroristas”.
Denuncias en Italia
Los activistas que van siendo deportados coinciden, sin embargo, en relatar malos tratos y humillaciones. En Italia ya hay dos denuncias ante la Fiscalía de los activistas contra Israel por detención ilegal en aguas internacionales y por violación de derechos humanos durante los arrestos
“Nos han tratado como animales”, sostiene Paolo Romano, consejero regional del Partido Democrático (PD) en Lombardía y uno de los cinco políticos italianos que iban en la flotilla, informa Íñigo Domínguez. Romano es uno de los 26 italianos liberados por Israel que llegaron a los aeropuertos de Roma y Milán en la noche del sábado. Quedan aún en Israel otros 15 que no han aceptado la deportación.
Todos los que han regresado han relatado un trato severo y “humillante”, con maltrato psicológico y físico, burlas, insultos, horas arrodillados mirando al suelo o encerrados con aire acondicionado a bajas temperaturas. “Los soldados israelíes) nos obligaron a arrodillarnos boca abajo y, si nos movíamos, nos golpeaban, se reían de nosotros, nos insultaban, usaron violencia psicológica y física”, afirma Romano.