El soporte de Microsoft a Windows 10 finaliza este martes para empresas y usuarios domésticos de fuera de la UE, porque los europeos han arrancado un año de prórroga a la multinacional. La compañía justifica el cambio forzado a la versión 11 en razones de seguridad y en la incompatibilidad del sistema con las nuevas aplicaciones, especialmente de inteligencia artificial. Pero los consumidores lo consideran un caso de obsolescencia programada (estrategia de limitación de la vida útil de un producto para forzar su renovación) con un gran impacto ambiental, por el aumento de basura tecnológica, un coste elevado para el usuario (unos 800 euros para cambiar de ordenador) y la desprotección de aquellos que no puedan migrar. Esta es una guía del apagón que comienza ya:
A quién afecta. A partir de este martes, a empresas (el 46% de ellas lo mantenía hasta el pasado agosto) y a usuarios de fuera de la UE. Para ellos, Microsoft ha interrumpido las actualizaciones gratuitas que permiten el correcto funcionamiento del sistema. Según la organización de consumidores OCU el 22% de los usuarios europeos utilizan Windows 10 y sus dispositivos no cumplen los requisitos para actualizar la versión. Algunas entidades elevan este porcentaje al 42%. Si es europeo, mantener el equipo un año más con el sistema operativo con el que lo compró solo implica mantener la cuenta de Microsoft vinculada a Windows hasta el próximo 13 de octubre.
Requisitos para actualizar a Windows 11. Si no es europeo o prefiere adelantarse, tiene o debe actualizar la versión, pero no todos los ordenadores pueden. Para la última versión se necesita una unidad central de procesamiento (CPU) posterior a 2018. Además, debe tener un procesador compatible (Intel 8 o AMD 3), tarjeta gráfica con DirectX 12 o posterior, más de 4GB de RAM, 64 de memoria de almacenamiento, pantalla de 720 píxeles y plataforma de seguridad (TPM) de una versión 2.0 como mínimo. La propia plataforma de actualización de Windows le dirá si su máquina es compatible.
Actualización gratuita. Si tiene un ordenador compatible y una licencia legal y en vigor, a través la herramienta Windows Update se puede actualizar con la siguiente secuencia: 1. Clic en el icono de Inicio de Windows y, después, en Configuración (icono de rueda dentada), 2. Buscar Windows Update y, en ese menú, Buscar actualizaciones.
Si el ordenador no es compatible. Se puede forzar la instalación, algo que requiere conocimientos avanzados, pero a riesgo de comprometer la estabilidad o la seguridad del sistema.
La otra opción es comprar un ordenador que lleve incorporado Windows 11, lo que supone disponer del último sistema y soporte. El precio medio de los equipos con estas características ronda los 800 euros, aunque hay modelos por menos dinero.
Mantener Windows 10. Es una solución de emergencia que conlleva riesgos, ya que el sistema quedará desprotegido ante ciberataques que tienen en la diana a las plataformas de Microsoft, una de las entidades más atacadas según las compañías de ciberseguridad. De todas maneras, es posible mantener su uso si se hace sin conexión a la red ni a dispositivos externos o se dispone de un sistema de antivirus propio actualizado.
Cambiar a Linux. Hay sistemas operativos gratuitos y de código abierto, como Linux, que permiten realizar las tareas más comunes de los usuarios domésticos de Windows. Incluyen aplicaciones con las versiones iniciales y un catálogo de otras, también gratuitas. No obstante, exige un periodo de adaptación, ya que su funcionamiento y la disposición de comandos no son los mismos que en el sistema de Microsoft.
Consecuencias del salto. El final de la operatividad de los ordenadores incompatibles con Windows 11 supone la generación de un gran volumen de residuos tecnológicos, que deben tratarse en puntos de recogida especializados. Contienen metales preciosos o escasos que pueden terminar en un vertedero, pese al impacto que supuso su extracción y las posibilidades de reciclado que existen.
Para el usuario es evidente que supone un coste, en caso de que opte por renovar el equipo, y además un periodo de adaptación al nuevo sistema. Para aquellos que no puedan asumir ese coste y opten por mantener Windows 10, una vez que acabe la prórroga (en el caso europeo), los equipos serán vulnerables a sofisticadas campañas de ciberataque que aprovechan estas vulnerabilidades. La Ley de Mercados Digitales (DMA) defiende el acceso equitativo a actualizaciones de seguridad esenciales, pero la prórroga conseguida en Europa no es, por ahora, más que eso, un tiempo de descuento para una migración obligatoria si no se alcanza otro acuerdo.
En términos generales, Windows 11 se posicionó a mediados de año como la versión más instalada en América del Norte (52,79%), Asia (56,69%) y Oceanía (55,91%). Windows 10 mantenía el liderazgo en Europa (53,11%), África (55,54%) y América del Sur (55,1%). En el caso de España, los datos de Statcounter que recoge Europa Press, muestran la preferencia que todavía se mantenía por Windows 10 (55,23%).