Francia se asoma a otro final semana dramático. Sébastien Lecornu, flamante primer ministro por segunda vez, ha comparecido este martes en la Asamblea Nacional para pronunciar su Declaración de Política General. Es decir, el programa. Especialmente en materia presupuestaria. Lecornu anunció una ruptura, un cambio de paradigma, la cesión del poder al Parlamento, de la última palabra. Pero, sobre todo, lo que importaba, era si su posición sobre la reforma de la ley de pensiones contentaría a los socialistas para evitar apoyar una moción de censura o presentar ellos mismos la iniciativa, como amenazaron por la mañana. “Suspenderemos la reforma de la ley de pensiones hasta 2028 desde este otoño”.
Los socialistas aplaudieron al oír el anuncio. La mayor derrota de Emmanuel Macron, la suspensión de su única gran reforma. Pero hasta ese momento, la tensión en el Palacio Borbón, sede de la Asamblea Nacional, era extrema a las 15.00. Cada palabra contaba. Suspensión, cancelación, retraso… En las bancadas socialistas se escrutaba con atención el inventario léxico del primer ministro respecto a la reforma de la ley de pensiones para tomar una decisión. Si hay [moción de] censura, habrá elecciones, avisó Lecornu por la mañana. “Estamos dispuestos a un debate que piden fuerzas políticas y sindicatos legítimas. Quizá sea una oportunidad para avanzar”, lanzó.
El climax de la declaración se produjo cuando pronunció la palabra “pensiones”. “A partir de este otoño, suspendemos la reforma de 2023 hasta las elecciones presidenciales. No se realizará ningún aumento de la edad a partir de ahora hasta enero de 2028, tal como lo había solicitado explícitamente la CFDT [el sindicato vinculado al Partido Socialista], anunció. Aplaudieron el expresidente de la República François Hollande, y diputados como Philippe Brun, Christine Pirès-Beaune y o el antiguo director de gabinete de Élisabeth Borne, autora de la actual reforma. Pero se necesitaba más madera para contentar al jefe de los socialistas. Olivier Faure solo aplaudió cuando escuchó que la reforma sobre la duración se suspenderá y permanecerá en 170 trimestres hasta enero de 2028.
El primer ministro dijo todo lo que se esperaba de él para evitar la crisis. Y se sometió al poder de la Asamblea y condicionó las decisiones a la voluntad del Parlamento. Todo, dijo. “Actuar sin la oposición no es posible ni deseable. He renunciado al 49.3. Y es la garantía de que el debate presupuestario irá hasta el voto. El Gobierno presenta el presupuesto que considera deseable. El Parlamento lo examina, lo discute y lo modifica. Sin el 49.3, sin mayoría absoluta, el Parlamento tendrá la última palabra. La ley se hará aquí, no en el ministerio de Economía”. Con ese artículo, el mandatario se refería a la capacidad legal de aprobar un presupuesto sin la aprobación de la Asamblea, algo ahora descartado.
Lecornu deberá ahora cruzar los dedos. El jueves afronta dos mociones de censura cruzadas. El Reagrupamiento Nacional (RN) ya ha anunciado que votará la que ha presentado parte de la izquierda (La Francia Insumisa, Los Ecologistas y el Partido Comunista). La iniciativa podría salir adelante si una parte de los socialistas o de Los Republicanos votase también a favor. Todo dependerá de 24 diputados. Una decisión que provocaría la caída del gobierno, solo cuatro días después de ser constituido. Pero, sobre todo, conduciría definitivamente a unas elecciones legislativas en las que la utlraderecha tiene todo a favor para logra un resultado que le permita gobernar, por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial.
Y ese es el objetivo claro y único ahora mismo de Marine Le Pen, que lamenta que pueda haber acuerdos que eviten esos comicios. “Todo esto se hace para impedir que se celebren nuevas elecciones y que los franceses puedan elegir la alternancia”, Pero “censuraremos ahora a todos los gobiernos que presente Emmanuel Macron”, recordó ante los diputados de RN y UDR reunidos en un grupo interparlamentario. “Prepárense, porque la disolución puede producirse en unos días, en unas horas”, insistió luego el presidente del partido, Jordan Bardella, afirmando que “si vamos a las elecciones, es para ganar”.
La tensión es enorme. Y el líder de los diputados de Los Republicanos (LR) en el Parlamento, Laurent Wauquiez, dio la instrucción el martes a los miembros de su grupo de no censurar al Gobierno de Lecornu. “Nadie en el grupo puede votar la moción de censura”, afirmó durante una reunión de su grupo, compuesto por 50 diputados, subrayando que si el gobierno de Sébastien Lecornu —que cuenta con seis ministros de Los Republicanos— llegara a caer, habría una “disolución y ningún presupuesto”.
El economista Gabriel Zucman, después de haber consultado el proyecto de ley de presupuestos presentado por el Gobierno, consideró que “todo se ha hecho para proteger a Bernard Arnault y a los multimillonarios franceses. Por lo tanto, se pide a las demás categorías sociales que hagan esfuerzos. Una vez más”, lamentó. “Lo que no pagan los multimillonarios, lo pagan todos los demás en su lugar. Esta lucha es esencial”, comentó en la misma red social el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure.