Ben Collins (Massachusetts, 1988) es el presidente ejecutivo de The Onion, el principal medio satírico de EE UU. “Di que somos como Charlie Hebdo, pero mejores”, advierte para que la audiencia europea entienda lo que hacen en The Onion. Collins fue durante más de una década periodista tecnológico centrado en desinformación y conspiraciones en el Daily Beast y la cadena NBC.
En 2024 cambió de oficio. Quería dar un paso atrás y lanzar de nuevo la edición en papel de The Onion, que habían abandonado en 2013. Ahora ese periódico mensual tiene más de 50.000 suscriptores y es su principal sustento económico. Pero las elecciones cambiaron su esperanza de calma. “He tenido que volver a meterme de lleno y hacer todo eso que ya sabía hacer: cómo conseguir que una historia se haga grande, a la vieja usanza”, dice, en parte en referencia al intento de compra por parte de The Onion de Infowars, la web conspiracionista dirigida por Alex Jones, que estaba en deuda por deber 1.500 millones de dólares a las familias de las víctimas de un tiroteo infantil tras negar repetidamente que ocurriera.
Así describe ahora su trabajo: “Es coger un titular o una historia perfectamente escrita por otra persona y conseguir que lo vea todo el mundo”. Habló con EL PAÍS en Barcelona, donde participó en el Festival Mozilla con una charla titulada “¿Por qué la sátira es importante para la buena tecnología?”.
Pregunta. ¿Por qué es importante la sátira en tecnología?
Respuesta. Si no te ríes un poco de las valoraciones desorbitadas de las empresas de inteligencia artificial (IA) y de la gente que las dirige, no muestras todo lo que está pasando. Está claro que estamos en una burbuja y hay que burlarse de ellos. Uno de mis titulares favoritos de The Onion es: “Tío que es lamentable como persona ve enorme potencial en la IA”, y diría que así se siente mucha gente ahora. Tenemos que exigir cuentas al poder, esa es la regla de los bufones y periodistas. ¿Dónde está el verdadero poder ahora, si no es en esas empresas?
P. No les gustan las bromas.
R. Elon Musk ya intentó prohibir The Onion en X y fracasó. Su incapacidad para ser cool tiene un efecto en la vida de todos. Recibimos solicitudes de retirar contenido de todo el mundo: desde gobernadores demócratas hasta de Donald Trump.
P. Pero si ya saben que todo es broma.
R. Pero se ofenden mucho. El caso de Donald Trump fue antes de que se presentara a presidente, en 2013. El titular decía: “Si alguna vez te sientes deprimido, recuerda que en 10 o 15 años estaré muerto”. Recibimos una carta loca de Michael Cohen, su abogado, y la enmarcamos.
P. No le gustó el titular.
R. En el origen de toda esta gente hay historias de ridiculización. Trump se presentó a presidente porque Barack Obama se burló de él. Elon Musk compró Twitter porque pensó que había algún tipo de botón mágico que lo haría cool. Todo es solo una fantasía de venganza contra un mundo que no los aceptó. Tenemos que hacer un mejor trabajo intentando aceptar a las personas que son raras o que tienen problemas sociales. Pero ellos tienen más poder que nadie y, al final, lo que hacen es revanchismo.
P. ¿La venganza de los frikis?
R. Sería injusto para los frikis. Mejor pringados. Escribí un artículo sobre Palmer Luckey [creador de Oculus y antiguo ejecutivo de Meta] donde contaba que había estado financiando “The Donald”, un foro de apoyo a Trump, que acabó siendo un lugar de planificación del ataque al Capitolio del 6 de enero. Ahora dirige una empresa de drones y armamento. Todo el mundo tiene un origen, y todas estas personas en el poder han sido rechazadas por la sociedad educada. Hay dos formas de manejar eso: puedes reformarte y ser mejor persona y mirar hacia dentro, o puedes volverte un autoritario fascista total. La mayoría eligió la segunda opción.
P. Donald Trump hace broma de todo. La realidad parece sátira. ¿No hace eso el trabajo de The Onion más difícil?
R. La gente dice que Trump es gracioso. ¿Pero has oído alguna vez a Trump reír de verdad? Como una risa genuina, de esas que no se pueden contener. Nunca ha pasado. Sus chistes son del tipo “ese es gordo” o “ese es tonto”. Es actitud de matón. Nosotros somos otra cosa.
P. ¿Cuál?
R. La gente siempre dice que el mundo se ha convertido en lo que The Onion lleva haciendo los últimos 37 años. Diría que es mucho peor. No me gusta que The Onion tenga que meterse a decir frases que parecen más verdaderas que lo que sale en el New York Times. Pero, ¿quién más lo va a hacer? No es que nosotros hayamos cambiado, es que los medios que nos rodean han cambiado. Si lo que escribimos suena más real que las noticias, eso es un reflejo de cómo están los medios, no de nosotros.
P. ¿Y cómo están los medios?
R. Las cosas han cambiado muchísimo. Casi todos mis amigos son periodistas, y tienen dos opciones: mantener la cabeza gacha en el medio donde trabajan y conservar su buen sueldo, o irse por su cuenta y contar lo que realmente pasa. Sé con certeza que todos los medios que resurgieron en los primeros años de Trump han despedido a todos los grandes reporteros o les pidieron que se callaran.

P. ¿Eso favorece a The Onion?
R. La gente literalmente nos dice cosas como “cancelé mi suscripción al Washington Post porque The Onion es más sano”. Tienen razón. No creo que sea bueno para nadie estar todo el día viendo imágenes de bebés sacados de guarderías. Es obvio que tienes que saber que eso pasa, pero para procesar las noticias a una escala más amplia, probablemente es mejor recibir The Onion una vez al mes que pasarte el día viendo la CNN.
P. Es una tendencia real. La gente desconecta de las noticias.
R. Sí, pero a la vez se están volviendo a involucrar en la vida cívica, al menos en Chicago. No lo digo solo porque mi novia se presenta al Congreso [Kat Abughazaleh en Illinois]. La gente ya sabe suficiente como para darse cuenta de que las cosas van tremendamente mal, y ver a otra persona más secuestrada en la calle no cambiará su opinión. Ya están a tope de hartazgo. Ahora están en modo acción. Se ve, por ejemplo, con Zohran Mamdani [recién elegido alcalde de Nueva York] y toda la gente que se ofrece como voluntaria. En Chicago pasa lo mismo, pero contra ICE [el Servicio de Control de Inmigración y de Aduanas]: todo el mundo tiene un silbato impreso en 3D para cuando están por el barrio. La gente ha pasado de consumir noticias para saber “qué está pasando” a buscar “cómo puedo cambiar esto”. Nosotros no ofrecemos el “cómo cambiar las cosas”, pero sí damos catarsis. Damos esa sensación de “tienes razón, todo está fatal, pero aquí tienes unas cuantas bromas y algo que puedes poner en una pancarta”. Ofrecemos una forma de desahogarse, porque la gente ya sabe que el mundo es un desastre y que hay ocho tipos que dominan el mundo y que son todos malos.
P. Como reportero, cubría desinformación. Hay quien puede ver los titulares graciosos de The Onion como desinformación.
R. La desinformación está pensada para engañar, y la que yo cubría apuntaba a los que tienen menos derechos: personas trans, inmigrantes, y se usaba para obtener ventajas políticas. The Onion no hace eso. Se dice que “golpeamos hacia arriba”, pero no solo. Tratamos de llegar al corazón de un tema burlándonos de él, que es diferente de inventar mentiras sobre alguien. En general, la calidad del chiste refleja la calidad de la persona. Por ejemplo, nunca haríamos un vídeo de IA donde nos caguemos por todas las ciudades americanas.
P. ¿Qué impacto tendrá la IA en The Onion?
R. Nos ayuda. El humor de la IA es tan malo que cualquier cosa que hacemos parece lo más inteligente hecho nunca. La IA no es solo una máquina de plagio, es una máquina que chupa la personalidad de cualquier texto o arte. Cuando hacemos cosas nosotros, se nota que tienen corazón y alma, y nos hace destacar.
P. La IA es mala con los chistes.
R. Ve ahora mismo a ChatGPT y pídele un chiste sobre lo que está pasando: se te saldrán los ojos de las órbitas y rodarán por la ventana.
La guerra con Infowars
P. El jaleo con Infowars hace unos meses fue extraordinario.
R. Fue enorme. No teníamos ni idea de si íbamos a conseguirlo.
P. Fue días después de la elección de Trump.
R. Hicimos nuestra oferta, ellos también hicieron la suya, pero fue menor. Aquel día fue una locura, porque también —medio en broma— pujamos por todos sus suplementos y de repente teníamos un almacén lleno de pastillas para la erección y ni idea de qué hacer con todo aquello. Fue un caos. Mientras, veíamos cómo Alex Jones perdía la cabeza. Luego fuimos a juicio, pero no teníamos un abogado de bancarrota tradicional, porque, bueno, simplemente no lo teníamos.
P. ¿Fue improvisado?
R. Llevábamos un tiempo preparando la oferta, queríamos asegurarnos de que las familias estaban de acuerdo [Alex Jones fue denunciado por las familias del tiroteo en Sandy Hook por decir que no había ocurrido]. Les preguntamos si les parecía bien que pujáramos y se lo tomaron genial, estaban ilusionadas. Luego el juez dijo que no era suficiente dinero. Nosotros pensamos: “Esto no vale realmente nada, pero bueno, de acuerdo.” A estas alturas se ha convertido en una especie de cuestión de orgullo. Si este tipo se sale con la suya, si consigue manipular el sistema legal para no pagar, cuando debe 1.500 millones de dólares y no ha pagado nada, pues lo justo es seguir adelante. Es simplemente lo correcto. No sabemos qué pasará ahora.
P. ¿La batalla legal sigue abierta?
R. Sí, seguimos intentándolo.
P. ¿Y cuál es el plan si lo conseguís?
R. Montar una web centrada en mostrar cómo todo en la vida americana es un timo, y cómo esta gente contribuye de muchas maneras distintas. No solo Alex Jones. Casi todos los gurús de internet te están vendiendo algo por detrás, usando su carisma como herramienta.