21 de diciembre de 2025 – 09:04
Arte, fe y comunidad se conjugan en una de las expresiones navideñas más emblemáticas del departamento de Cordillera. El Pesebre de la familia Diarte Añazco no es solo una instalación decorativa: es un legado vivo que hace 27 años de manera ininterrumpida, transforma cada diciembre a Isla Pucú en un tiempo de encuentro, memoria y belleza compartida.
La historia de este pesebre está profundamente ligada a la vida y sensibilidad creativa de su autor, Diego Martín Diarte Añazco (32), quien comenzó a darle forma cuando tenía apenas cinco años.
Lo que nació como un juego infantil, impulsado por la ilusión de recrear el nacimiento del Niño Jesús, fue creciendo con el paso del tiempo hasta convertirse en una obra artística de gran dimensión y valor cultural.
A lo largo de los años, el pesebre fue sumando nuevas figuras, escenas bíblicas, paisajes rurales, iluminación y materiales reciclados, incorporando además elementos propios de la identidad local. Este proceso acompañó la madurez artística de su creador y permitió que la obra gane complejidad, tamaño y significado, sin perder su esencia original.
Hoy, el Pesebre Diarte Añazco tiene 150 piezas y es considerado por vecinos y visitantes como el pesebre más grande de Isla Pucú, reconocimiento que fue respaldado en varias ocasiones con declaraciones de Interés Turístico y Cultural otorgadas por la Municipalidad local, en mérito a su aporte al patrimonio simbólico y comunitario del distrito.
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Cada 24 de diciembre, la tradición se renueva como un ritual cargado de emoción. Padres y abuelos llegan de la mano de sus niños para conocer el pesebre, repitiendo un gesto que ya forma parte de la memoria familiar.
Desde las 18:00 y, con más fuerza, cerca de las 19:00, el lugar comienza a llenarse de gente: risas, saludos, miradas curiosas y ese clima especial que anuncia la Nochebuena. No es solo una visita, es un encuentro entre generaciones, donde los más grandes recuerdan su infancia y los más chicos empiezan a construir la suya.
“Esto une a la familia y nos motiva a seguir”, expresó Diego Diarte, al destacar que el pesebre no es solo una obra, sino un espacio donde el tiempo parece detenerse para dar lugar al afecto, la fe y la tradición compartida.
Características del pesebre
La obra de Diego se caracteriza por su estilo tradicional, en el que se combinan escenas bíblicas con representaciones costumbristas del Paraguay profundo.
En el recorrido se pueden observar a María y José vestidos con los trajes típicos que caracterizan a los paraguayos. También se exponen figuras que reflejan la vida cotidiana del interior del país, como la chipera, la aguatera, la vendedora de frutas y la mercadera, recreando oficios y prácticas que forman parte de la memoria colectiva.



Asimismo, el pesebre incorpora una cuidada representación de la fauna autóctona, con animales y aves típicas de la región. Entre ellas se destacan el pájaro campana, el San Francisco, la paloma y la golondrina, elementos que aportan realismo y refuerzan el sentido de pertenencia cultural de la obra.
Más allá de su tamaño o complejidad, el Pesebre Diarte Añazco se mantiene como un espacio de encuentro comunitario, donde la fe, el arte y la tradición se entrelazan.
Cada 24 de diciembre las familias van a conocer la muestra que invita a detenerse, observar y admirar una historia que no solo narra el nacimiento de Jesús, sino que también refleja la identidad, las costumbres y los valores del pueblo de Isla Pucú.

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