Esa fe en la patria fue la que mantuvo vivo al diario ABC Color ante los muchos intentos de hacerlo desaparecer en tiempos de una dictadura corrupta y perversa, ante la cual no se rindió. Siguió con su prédica de paz y justicia.
Alzó su voz a favor de los derechos humanos que un gobierno inhumano los pisoteaba sin descanso. Desapareció la fuerza maldita que intentó hacer borrar al diario. No por eso vinieron las aguas mansas. Frente a las bravas, el diario esgrime su pasado de lucha para seguir con su exigencia de un país ético.
El primer número de ABC Color asombró a los lectores con su nueva tecnología. No solo introdujo el color, sino la nitidez fotográfica nunca antes apreciada en el Paraguay. Estas y otras innovaciones –el tamaño del diario, diagramación, tipografía, distribución, etc.– pronto ubicaron al periódico en la preferencia ciudadana. No fue fácil, desde luego. Mucho trabajo, preocupaciones e incertidumbres precedieron al éxito.
La confianza en su proyecto hizo que Aldo Zuccolillo venciera algunas proyecciones pesimistas y siguió adelante con una montaña que tenía que remontar: El diario La Tribuna, poderoso medio a cuya sombra ningún emprendimiento periodístico nuevo crecía.
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A Ángel Arias, como director administrativo, se deben sustancialmente los pasos firmes que daba el diario. Su empuje tuvo mucho que ver con las últimas tecnologías que distinguieron al diario de los demás.
Junto con el trabajo de distribución se inició el más complejo de todos: la parte técnica. Solo dos imprentas trabajaban con el sistema offset, pero en la confección de etiquetas en colores, mayoritariamente. No había ninguna experiencia en la elaboración de periódicos, menos aún como el proyectado para ABC Color.
Se contrató a un profesional paraguayo, Pancho Aquino, que se encontraba en Alemania en la tarea que ABC Color necesitaba: la selección de colores que implicaba un alto nivel profesional que se encontró en Aquino. Como también era fotógrafo, tuvo a su cargo –desde muchos meses antes de salir el diario a la calle– formar a nuevos profesionales.
El concurso de Pancho Aquino fue decisivo para dar la imagen novedosa –colorida– al diario que se disponía a ser distinto.
El nombre de ABC Color salió de una encuesta que involucró a miles de personas. También el logotipo fue sometido a muchos estudios, tales como la tipografía, los colores que la acompañarían y la dimensión. Igualmente la frase que ostentaría.
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inalmente, quedó en “Un diario joven con fe en la patria”. Estos detalles demuestran que nada se hizo al azar, ninguna improvisación daría al público un diario dispuesto a imponerse a la competencia mediante un concepto periodístico nuevo.

ABC Color salió en coincidencia con el debate de la futura Constitución Nacional de 1967, en el Teatro Municipal, que se sancionaría a imagen y semejanza del general Stroessner. Este necesitaba de ese instrumento para volver a presentarse como candidato a la presidencia de la República. Ya había agotado el tiempo establecido en la Carta Política de 1940.
La monotonía de la información la quebró el cronista Guillermo Weyer, que publicó la cantidad de calmantes de la marca Geniol, muy requeridos entonces, que consumían los convencionales.
Guillermo cruzó a la farmacia de la esquina donde le dieron la descomunal cantidad adquirida. Era comprensible. Pese a su minoría, la oposición causaba tremendos dolores de cabeza al oficialismo.
A Zuccolillo le gustaba que el personal, técnico y de redacción, se capacitara. Muchos fueron becados al exterior y a otros se les pagaba el estudio en Asunción. Después, la noble idea se cortó cuando algunos de ellos pasaron a la competencia.
En movimiento
Con recursos humanos y técnicos de alto nivel, el diario se puso en movimiento para estar con sus lectores y dignificar la profesión periodística con informaciones y opiniones responsables. Se dio de lleno a la tarea de denunciar las injusticias y dar un amplio espacio a los sectores que padecían los rigores inmerecidos de la dictadura.
El diario caminó con pasos firmes junto con las fuerzas políticas democráticas que se afanaban por hacer del país un sitio de paz y de concordia frente a los atropellos que padecían.
En ABC Color tuvieron igualmente voz las pocas organizaciones obreras que procuraban desarrollar sus actividades conforme a sus propósitos: que sus asociados estuviesen amparados en sus derechos de una vida digna.
También los estudiantes y los campesinos acercaban sus reclamos a través del diario. Tales manifestaciones, comentadas en los editoriales, molestaban terriblemente a la dictadura que se esforzaba en presentar al Paraguay como un país “próspero y feliz”.
Los editoriales trataban –y siguen tratando– la corrupción en la función pública. Cientos y cientos de editoriales que reflejaban las necesidades del país y de las que la dictadura se desentendía. Exactamente como hoy, en democracia.
El estronismo tenía una sola respuesta a los reclamos ciudadanos: acallar la voz que los difundía.

La clausura de ABC Color
Una resolución del ministerio del Interior, firmada por Sabino Augusto Montanaro, clausuró el diario ABC Color el 22 de marzo de 1984. Previamente, la medida fue aplaudida en una sesión especial de la Junta de Gobierno de la ANR.
Con este gesto, una de las dos instituciones políticas más antiguas quedó involucrada en tan condenable suceso. No fue la primera vez, ni sería la última. La clausura del diario hizo estallar uno de nuestros males: el aplauso fácil, el aplauso comprado, el aplauso interesado. Sobre todo de los sectores partidarios, en todos sus niveles.
Subían incesantes las hurras hasta Stroessner “por su patriótica y valiente decisión” de dejar sin trabajo a miles personas. Si hoy se lo volviese a clausurar, se repetirían las estruendosas manifestaciones de alegría, ya no solo de un partido político, también de los contrabandistas, narcotraficantes, violadores de la Constitución y las leyes, de jueces y fiscales que negocian su cargo a cambio de ladear la mirada de la corrupción que se introdujo en las instituciones del Estado, debilitándolas hasta poner en riesgo nuestra frágil democracia.
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Hoy ABC Color ya no tiene a Stroessner, Montanaro, Pastor Coronel, etc., a quienes enfrentar en el esfuerzo de vivir en un país limpio, sin miedo, con porvenir. Hoy los personajes son otros. Tal vez igual o más siniestros que los nombrados. A las citadas personas se les veía la cara, tenían rostro.
Hoy, sin estar escondidos, se mueven en la sombra, tienen contactos o son directamente jefes de funcionarios nombrados o electos. Hoy la pelea es contra la dictadura del dinero, contra la mafia.
Stroessner, en su soberbia embrutecida, creyó que al clausurar ABC Color se acabarían los problemas denunciados a diario. Se multiplicaron.

El camino de siempre
La reapertura de ABC Color, coincidente con el derrumbe de la dictadura, fue una continuación lógica de su prédica por la paz, la justicia, la decencia.
En esta nueva época, el diario saludó alborozado el tiempo de libertad que se abría esperanzador. Al mismo tiempo, renovó su compromiso con la democracia y su esfuerzo por contribuir con el desarrollo social, político, cultural, enterrado por casi 35 años de dictadura.
Y en esta tarea se encuentra hoy. Una tarea que no le es desconocida: denunciar la corrupción generalizada que se da en todas sus formas y con toda impunidad.
alcibiades@abc.com.py