Un año después de ser derrocado, el exdictador sirio Bachar el Asad ahora mata el tiempo “repasando sus estudios de oftalmología” y “dando clases de ruso”, según han revelado fuentes próximas al exmandatario al diario británico The Guardian. El último de una dinastía que reinó en Siria con puño de hierro desde los años setenta del siglo XX vive ahora escondido en el exilio en Rubliovka, un exclusivo barrio a las afueras de Moscú, donde su esposa recibe un tratamiento experimental contra el cáncer “bajo el control de los servicios de inteligencia rusos”.
El periódico asegura que la familia El Asad vive una vida solitaria a caballo entre la capital rusa y Emiratos Árabes Unidos. El exdictador nunca tuvo más cerca a su enemigo Ahmed al Shara, antes cabecilla de Al Qaeda, que cuando fue recibido por el presidente Vladímir Putin en el Kremlin el pasado 15 de octubre como nuevo líder de Siria.
El exmandatario sirio fue escoltado en su precipitada huida del 8 de diciembre de 2024 hasta la base aérea rusa de Jmeimim, desde donde partió a Moscú. Estas instalaciones y la base naval de Tartús son de una gran importancia estratégica para la proyección de Rusia en Oriente Próximo y el Mediterráneo. Putin ha logrado mantenerlas hasta ahora a pesar de que el nuevo régimen sirio pide la cabeza de El Asad.
El exdictador no abandonó nunca la oftalmología, ni siquiera cuando reprimía a su propia población. “Es su pasión. Obviamente, no necesita el dinero. Incluso antes de que comenzase la guerra de Siria solía practicar la oftalmología con regularidad en Damasco”, asegura un amigo de la familia.
El exdirigente sirio se graduó en esta especialidad en la Universidad de Damasco y trabajó como oftalmólogo en los años ochenta. Sin embargo, regresó a Siria cuando murió su hermano mayor para asumir la sucesión de su padre, Hafez el Asad. Bachar gobernó el país árabe con el respaldo de Rusia desde el año 2000 hasta el 8 de diciembre de 2024, cuando su ejército se disolvió de la noche a la mañana frente a los rebeldes liderados por el exyihadista Al Shara.
Según el amigo cercano a la familia El Asad, la hija del exmandatario, Zein el Asad, se graduó este verano en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO). “Lleva una vida muy tranquila. Casi no tiene contacto con el mundo exterior. Solo se comunica con unas pocas personas que estuvieron en su palacio, como Mansour Azzam (exministro de Asuntos Presidenciales de Siria) y Yassar Ibrahim (un estrecho aliado de Assad)”, agrega.
El semanario alemán Die Zeit publicó en octubre que Asad tenía también varios apartamentos en pleno distrito financiero de Moscú, donde están ubicados los mayores rascacielos de la capital rusa. Según sus fuentes, el exdictador también mataba el tiempo libre “pasando horas en videojuegos en línea”.
Además de El Asad, el régimen ruso ha acogido también al expresidente ucranio Víktor Yanukóvich. El exmandatario huyó a Moscú en la noche del 21 al 22 de febrero de en 2014, horas después de que produjese una nueva matanza en la plaza de Maidán de Kiev y firmase con la oposición la formación de un Gobierno de transición, el regreso a la constitución de 2004 y la celebración de elecciones anticipadas.
El senador estadounidense Markwayne Mullin afirmó a principios de diciembre que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, podría unirse al exilio en Moscú de los viejos aliados del Kremlin. Según dijo al canal CNN este miembro del Comité de Defensa en la Cámara alta estadounidense, la Casa Blanca ha ofrecido al dirigente latinoamericano “irse a Rusia o a otro país”.
