El Ejército Popular de Liberación (EPL, el ejército chino) ha iniciado este lunes dos días de maniobras militares a gran escala en torno a Taiwán, que implican un despliegue coordinado de las fuerzas terrestres, navales, aéreas y de misiles. Los nuevos juegos de guerra, que incluirán ensayos con fuego real, se producen en un contexto de creciente tensión entre China y Estados Unidos, después de que Washington avanzara en los trámites para vender el mayor paquete de armas de la historia a la isla, pero también en medio de un interminable rifirrafe con Japón por las declaraciones de la primera ministra, Sanae Takaichi, en las que sugirió que un hipotético ataque chino contra territorio taiwanés podría obligar a su país a intervenir militarmente.

Pekín ha presentado la operación bautizada Misión Justicia 2025 como “legítima y necesaria” para salvaguardar “la soberanía y unidad nacional de China”, y la ha enmarcado de forma explícita como una “seria advertencia” a las “fuerzas separatistas que buscan la independencia de la isla y a las fuerzas de interferencia externas”.

El portavoz del Mando del Teatro Oriental del EPL, el coronel Shi Yi, informó a primera hora de que buques y aeronaves chinas se aproximaban a Taiwán “desde múltiples direcciones”. Shi añadió que los ensayos incluirían patrullas de “preparación para el combate” en aire y mar, el “bloqueo de puertos y áreas consideradas estratégicas” y “operaciones de disuasión” más allá del perímetro inmediato del objetivo, lo que en la jerga militar china se refiere a la primera cadena de islas, un arco geográfico que va desde el archipiélago japonés hasta Filipinas, pasando por Taiwán.

Pekín considera ese cinturón insular como la primera línea de contención del despliegue militar de Estados Unidos y sus aliados en el Pacífico. Incluir por primera vez una referencia a la “disuasión” sugiere que estos ejercicios contemplan escenarios de proyección militar más amplios, orientados a dificultar o impedir una eventual intervención externa en caso de que se produzca un conflicto real en el estrecho de Formosa.

Los ensayos bélicos se están desarrollando en aguas del estrecho y en cinco espacios marítimos y aéreos situados al norte, suroeste, sureste y este de la isla principal y mañana incluirán fuego real. El coronel Shi subrayó que distintas ramas militares realizarán acciones coordinadas para poner a prueba la “capacidad real de combate combinado” de las tropas. A lo largo de la jornada se han simulado ataques contra objetivos terrestres móviles y en el agua y la caza de submarinos. Para ello se han empleado cazas, bombarderos, drones, artillería de largo alcance, destructores, fragatas, buques y aeronaves de guerra.

El Ministerio de Defensa taiwanés ha condenado las “provocaciones irracionales” de Pekín y ha informado de que ha desplegado fuerzas “apropiadas” conforme a los protocolos de defensa existentes para proteger “la libertad, democracia y soberanía” taiwanesas.

Taiwán es el lugar donde se exiliaron las fuerzas nacionalistas tras perder la guerra civil china en 1949. Aunque el Partido Comunista nunca ha ejercido autoridad efectiva sobre la isla, la República Popular la considera una parte inalienable de su territorio y afirma que la reunificación es “inevitable”. “El retorno de Taiwán a China es parte integral del orden internacional de posguerra”, remarcó en noviembre el presidente chino, Xi Jinping, a su homólogo estadounidense, Donald Trump. “Es importante que salvaguardemos juntos la victoria de la II Guerra Mundial”, apostilló entonces.

Aunque la antigua isla de Formosa funciona como un Estado de facto —tiene un Gobierno elegido democráticamente desde 1996, una Constitución y un Ejército—, la mayoría de la comunidad internacional (incluido Estados Unidos) no lo reconoce como un país soberano. No obstante, Washington le suministra armas, y rechaza cualquier cambio del statu quo en el Estrecho mediante la fuerza o la coerción.

“Defender la democracia y la libertad no es una provocación”, ha enfatizado el Ministerio de Defensa taiwanés en una nota de prensa. Taipéi ha descrito las maniobras chinas como acciones que confirman “la naturaleza agresiva” de Pekín y su papel como “el mayor desestabilizador de la paz regional”. Y ha insistido en que reafirman la necesidad de fortalecer la capacidad defensiva de la isla.

Los ejercicios castrenses se producen 11 días después de que la Administración de Donald Trump aprobara medidas para reforzar la cooperación en materia de seguridad con Taipéi y avanzara en nuevos trámites para la venta de armamento, valorado en 11.100 millones de dólares (unos 9.428 millones de euros). Esa operación, que aún debe completar su tramitación en el Congreso estadounidense, constituiría el mayor acuerdo de suministro militar a Taiwán hasta la fecha. El viernes, Pekín respondió con sanciones contra 20 empresas estadounidenses del sector de la defensa y diez de sus directivos.

Las maniobras militares chinas alrededor de Taiwán son cada vez más frecuentes. Son las segundas de gran envergadura en 2025 y la sexta gran ronda desde agosto de 2022, tras la visita a Taipéi de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi. Pekín ha intensificado su presión militar desde la toma de posesión del presidente Lai Ching-te (a quien China tacha de “secesionista”), en mayo de 2024. Diversos analistas y militares estadounidenses llevan tiempo alertando de que los ensayos chinos se han vuelto tan recurrentes que podrían servir de pretexto para encubrir una invasión.

En declaraciones publicadas por China Military Bugle, una cuenta en la Red vinculada al centro de prensa del Ejército chino, el general Meng Xiangqing afirma que las Fuerzas Armadas chinas disponen de “múltiples opciones estratégicas” para “castigar a las fuerzas independentistas” y “disuadir”. “[El EPL] puede convertir las maniobras en una guerra en cualquier momento”, aseguró el general.

El director de la Oficina de Seguridad Nacional de Taiwán, Tsai Ming-yen, advirtió a principios de diciembre de que el EPL podría intensificar su actividad militar alrededor de la isla antes de que terminara el año. Aquel aviso se produjo en paralelo a un aumento de la tensión entre China y Japón, después de que la premier nipona dijera en noviembre que un eventual ataque militar de China contra Taiwán podría suponer “una amenaza existencial” para su país, que justificaría el despliegue de las Fuerzas de Autodefensa japonesas.

El comentario de Takaichi, una política de corte nacionalista y fiel defensora de un Japón más militarizado, suponía un distanciamiento de la estrategia de ambigüedad que Tokio ha mantenido durante años y ha provocado que la relación bilateral se encuentre en caída libre. Pekín lanzó represalias económicas, congeló varios canales de diálogo oficiales, pidió a sus ciudadanos que eviten viajar o estudiar en el país vecino y canceló conciertos y estrenos de películas niponas en su suelo.

El EPL también ha difundido hoy dos carteles de fuerte carga simbólica. El primero, titulado Escudo de justicia: desmontando ilusiones, muestra dos grandes escudos (grabados con la Gran Muralla china) “clavados” en el mar y “bloqueando” rutas clave de acceso a la isla. En la ilustración se aprecian buques de mercancías que transportan armas y aviones estadounidenses siendo interceptados y obligados a retroceder. El segundo, Flechas de justicia: control y negación, muestra a Taiwán como objetivo, sobre el que caen flechas en llamas. Algunas atraviesan insectos verdes, en referencia al presidente taiwanés, a quien la propaganda china se refiere con frecuencia como “parásito”.

“¡Cualquier interferencia extranjera que toque el escudo perecerá! ¡Cualquier canalla separatista que se encuentre con el escudo será destruido!“, clama la información que acompaña a los carteles.

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