La posibilidad de una expulsión masiva de gazatíes hacia Egipto por parte de Israel, reforzada por la ofensiva militar en Ciudad de Gaza y las órdenes a sus habitantes para que se trasladen al sur cerca de la frontera egipcia, despierta alarma en El Cairo y ha llevado a sus autoridades a hacer extensiva esta preocupación a sus socios europeos. En los últimos días, el presidente Abdelfatá al Sisi ha invocado abiertamente, por primera vez, el fantasma de una oleada migratoria hacia Europa en caso de que se cumplan sus presagios, y ha insistido a varios líderes del continente que la mejor vía para evitarlo es un alto el fuego en Gaza.

La última autoridad europea a la que Egipto ha trasladado que existe este riesgo ha sido el rey Felipe VI, recibido el miércoles por Al Sisi en el palacio presidencial de Ittihadiya durante el primer día del viaje de Estado del monarca al país árabe. Aunque ninguno de los dos jefes de Estado aludió a esta cuestión en sus discursos, la Presidencia egipcia señaló en un comunicado que durante su encuentro ambos compartieron un “rechazo categórico” a cualquier intento de desplazar al pueblo palestino de su tierra, y advirtieron de que entre las “graves repercusiones” de ese escenario figurarían “oleadas sin precedentes” de “migraciones ilegales a Europa”, según El Cairo.

Antes que Felipe VI, fueron el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, quienes recibieron este mensaje durante un encuentro virtual el pasado lunes. En esa ocasión, Al Sisi subrayó la necesidad de hacer frente a las acciones que intentan crear un “entorno inhabitable” en Gaza “con el objetivo de desplazar al pueblo palestino”, y advirtió de que ello acarrearía un claro aumento de la migración hacia Europa. El líder egipcio recalcó que la manera de evitarlo pasa por un alto el fuego en Gaza, lo que, a su juicio, exige una “posición firme y fuerte de Europa y la comunidad internacional”. Unos días antes, Al Sisi había transmitido por primera vez abiertamente esta advertencia a Starmer por teléfono.

La preocupación de Egipto se ha intensificado desde que Israel anunció a finales de agosto su intención de tomar Ciudad de Gaza, la principal urbe de la Franja, donde aún se estimaba que residía un millón de personas. El Ejército israelí lanzó su ofensiva terrestre sobre la ciudad este martes, apenas una semana después de ordenar a la población que se desplazara hacia el sur del enclave, cerca de la frontera egipcia y donde Israel concentra a cada vez más palestinos. Según cálculos israelíes, unas 400.000 personas ya han abandonado la ciudad.

Paralelamente a la ofensiva sobre Ciudad de Gaza, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, volvió a plantear públicamente a principios de septiembre el desplazamiento de palestinos de la Franja y endureció su discurso contra Egipto al acusarlo de “encarcelar a los residentes de Gaza que quieren abandonar la zona de guerra en contra de su voluntad”. El Cairo, que rechaza de plano cualquier expulsión de gazatíes a su territorio, criticó las declaraciones y ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos para recabar apoyo internacional.

Egipto rechaza este escenario porque no quiere ser cómplice de una expulsión de población que, además, enterraría la aspiración palestina de crear un Estado propio, e insiste en que es Israel, en tanto que poder ocupante, el responsable de la Franja. El Cairo sostiene que el foco debe ponerse en el cese de la violencia y no en el desplazamiento de civiles, y advierte de que una salida forzada de la población representa una amenaza tanto para su seguridad nacional como regional, al abrir la puerta a que facciones armadas palestinas operen desde suelo egipcio.

Por ahora, las referencias a una oleada de llegadas a Europa, en caso de que se produjera una expulsión de gazatíes a Egipto, parecen subrayar los riesgos que plantea la situación en la Franja. En los comunicados difundidos por la Presidencia egipcia no se precisa si esa eventual afluencia correspondería específicamente a refugiados palestinos desplazados de Gaza, o a migrantes y refugiados de otras nacionalidades ya presentes en el país árabe. Además, el lado egipcio de la frontera con Gaza está actualmente blindado por el ejército, mientras que el lado palestino permanece ocupado por fuerzas israelíes.

El Cairo ha recurrido en otras ocasiones al fantasma de la migración, consciente de que se trata de una de las principales preocupaciones de muchos gobiernos europeos, y ha presumido reiteradamente de haber frenado por motivos humanitarios la salida de migrantes desde sus costas. En marzo de 2024, casi medio año después del inicio de la ofensiva militar de Israel en Gaza, que agravó la fragilidad de la economía egipcia, la Unión Europea firmó con El Cairo un acuerdo de asociación que incluía un paquete de financiación de 7.400 millones de euros, interpretado de forma generalizada como un salvavidas para apuntalar su estabilidad.

Las alusiones a oleadas de migrantes coinciden además con un endurecimiento notable de la retórica de Al Sisi hacia Israel. En una cumbre de Estados árabes e islámicos celebrada el lunes en Qatar, a raíz del reciente bombardeo israelí en la capital del país, Doha, que causó la muerte de cinco miembros de Hamás y de un agente de seguridad catarí, Al Sisi calificó de manera insólita a Israel de “enemigo”. También advirtió de que la conducta de su Gobierno erosiona las opciones de alcanzar nuevos acuerdos de paz en la región y “frustra” los acuerdos existentes. Egipto fue el primer país árabe en firmar la paz con Israel, en 1979.

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