El asalto israelí en la franja de Gaza ha fracasado hasta ahora en el intento de propiciar una situación que el Gobierno de Israel pueda presentar como una victoria pero, por el camino, la ofensiva militar ha empequeñecido la población gazatí y ha cortado su crecimiento demográfico natural. El Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, registra casi 62.000 muertos en el enclave, el 2,7% de los habitantes que había antes de la guerra, que eran alrededor de 2,2 millones. Así lo indicó el martes la Oficina Central Palestina de Estadísticas (PCBS, según sus siglas en inglés), un grupo independiente radicado en Ramala, en Cisjordania. La organización añade que otras 11.000 personas siguen desaparecidas bajo los escombros y que otras 100.000 han abandonado la Franja durante el conflicto. En total, la sociedad palestina en el enclave se ha reducido en un 10% en comparación con la proyección demográfica para mediados de 2025, según esta institución.

Al mismo tiempo, la destrucción de las condiciones de vida ha hecho caer los nacimientos en picado. La agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva (UNFPA) registró durante la primera mitad de 2025 un declive en los partos de un 41% en comparación con el mismo periodo de 2022, cuando no caían bombas sobre el enclave. Laila Baker, directora regional de la UNFPA para los Estados Árabes, asegura a este diario que el declive es consecuencia de “acciones deliberadas” del ejército israelí.

Múltiples expertos en derechos humanos denuncian que Israel podría estar intentando que la vida en el enclave sea imposible para, después, perpetrar una limpieza étnica bajo la apariencia de una migración voluntaria. La última de estas advertencias llegó el miércoles pasado. Tlaleng Mofokeng, relatora especial de la ONU para el derecho a la salud, y Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, insistieron en que Israel está perpetrando un genocidio en la Franja, y añadieron que está creando de manera intencionada “las condiciones para destruir a los palestinos en Gaza”.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reiteró el día antes que los palestinos deberían poder abandonar el enclave de manera “voluntaria”. “No serían expulsados, se les permitiría salir”, dijo en declaraciones al medio israelí i24News. “Todos aquellos que están preocupados por los palestinos y que dicen que les gustaría ayudarles, deberían abrir sus puertas y dejar de darnos lecciones”, desafió.

Distintos dirigentes israelíes contemplan la supuesta migración voluntaria de los gazatíes con mayor comodidad desde febrero, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planteó la deportación de la sociedad gazatí y el establecimiento en Gaza de una ciudad de vacaciones. No están solos: encuestas recientes revelan que la mayoría de los judíos israelíes apoyan la expulsión de los gazatíes hacia terceros países. Según la prensa israelí, Netanyahu ordenó hace meses a la inteligencia de Israel que persuada a países en vías de desarrollo para recibir grandes cantidades de palestinos.

Esas ideas chocan con el derecho internacional, que prohíbe las limpiezas étnicas. También colisionan con varias resoluciones de la ONU que defienden el derecho de los refugiados palestinos —que son mayoría en Gaza— a retornar a sus pueblos de origen en el interior del actual Israel.

Hatem Qarariyeh, responsable de la división demográfica en el PCBS, está preocupado por el modo en el que la ofensiva israelí apunta contra niños y jóvenes. Sus datos sugieren que la metralla israelí ha matado a más de 18.000 menores de entre 0 y 17 años de edad, mientras más de la mitad de las 61.722 víctimas mortales confirmadas son menores de 30 años. “La pérdida de hombres y de mujeres en edad reproductiva llevará a un declive de la tasa de natalidad”, lamenta por teléfono desde Ramala.

Esa pérdida se suma al exilio. “Más de 100.000 personas han huido de la muerte y de la destrucción”, dice Qarariyeh: “Escapan de la hambruna catastrófica que sacude Gaza, la peor en la historia de la región”. Más de 230 personas han muerto por esa causa desde octubre de 2023, pero la mayoría perdió la vida durante el último mes y medio, según las autoridades gazatíes.

La pobreza dificulta la reproducción

La miseria impuesta por Israel también dificulta la reproducción en Gaza. La UNFPA se hace eco de los datos del Ministerio de Sanidad gazatí, que reflejan un decrecimiento pronunciado en el número de partos. Al menos 20 neonatos no llegaron a las 24 horas de vida durante la primera mitad de 2025, y otros 220 bebés murieron antes o durante el parto. Antes del asalto israelí, estas problemáticas eran solo puntuales, explica la UNFPA.

Varios factores llevan a la caída en los nacimientos, según Baker. Encontrar un espacio íntimo en medio de las continuas expulsiones ordenadas por el ejército de Israel es difícil, y muchas parejas palestinas rechazan traer vida en medio de la ofensiva israelí. Además, el bloqueo a la comida mantiene la población débil y hambrienta, y los problemas de higiene causados por la obstrucción de los productos menstruales podría impactar en la fertilidad de las mujeres.

Si el embarazo existe, tanto la madre como el feto se enfrentan a riesgos. “Si tienes suerte, encontrarás un hospital”, dice Baker, recordando que el 94% de los centros médicos han sido destruidos o dañados: “Si necesitas dar a luz por cesárea, es casi imposible que encuentres el cirujano, el equipo y el espacio esterilizado adecuados”. Si sobrevives y tu bebé necesita incubadora, puede que el niño tenga que compartirla con otros cuatro, como ocurre en algunos casos. “Luego, tendrás que regresar con tu bebé a una zona abarrotada, antihigiénica y en una situación incierta”.

La UNFPA denuncia que tiene 170 camiones con suministros varados fuera de Gaza desde marzo, cuando Israel rompió la última tregua. Esos vehículos contienen unidades de maternidad en contenedores, medicamentos para la salud materna o incubadoras. Israel, denuncia Baker, no autoriza su acceso. Ante eso, el equipo de la UNFPA en la Franja, que se debate como el resto de gazatíes entre consumirse por el hambre o avanzar hacia las zonas de reparto custodiadas por Israel donde tirotean civiles a diario, intenta encontrar a las mujeres embarazadas para entregarles una sábana limpia, unas tijeras, un cordel y una pastilla de jabón. Es algo básico, reconoce Baker, pero puede marcar la diferencia “entre la vida y la muerte” para quien tiene que dar a luz en una Gaza asediada.

Al igual que la directiva de la UNFPA considera que el freno demográfico es consecuencia de acciones israelíes, también lo cree la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre el Territorio Palestino Ocupado. Este comité de la ONU publicó en marzo una investigación en la que denuncia la destrucción “sistemática” de los centros de salud sexual y reproductiva en la Franja, así como la principal clínica de fecundación in vitro del enclave, donde se almacenaban los embriones de los que dependían muchas parejas palestinas.

La ausencia de atención a la salud sexual y reproductiva ha causado en mujeres y niñas unos daños “físicos y mentales” sin precedentes en Gaza, lo que tendrá “efectos irreversibles” en las perspectivas a largo plazo de “reproducción y fertilidad” de la sociedad gazatí, denuncia la investigación. La Comisión concluye que estas acciones imponen de manera deliberada las condiciones que llevan “a la destrucción física de la población gazatí en su conjunto”, y señala que eso constituye uno de los “actos genocidas” contemplados en la Convención sobre el Genocidio.

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