Dos años, 67.000 muertos y mucho sufrimiento después, el alto el fuego en Gaza ha entrado en vigor en la madrugada de este viernes tras aprobarlo el Gobierno israelí por una amplia mayoría. Todos los ministros han votado a favor, salvo casi todos los de Poder Judío y Sionismo Religioso, los dos partidos ultraderechistas. Según el texto del acuerdo firmado esa misma mañana en Egipto y desvelado por la radiotelevisión pública israelí, el visto bueno del Ejecutivo implica “el fin inmediato de la guerra”, aunque la oficina de Netanyahu se ha limitado a dar cuenta de la aprobación del “marco para la liberación de todos los rehenes, tanto vivos como muertos”. Ahora el ejército tiene 24 horas para replegarse a la mitad de Gaza y facilitar el canje de presos y rehenes, que tendrá lugar en los próximos días.

La votación pone fin a 24 horas de vértigo en las que Donald Trump anunció un acuerdo en torno a la primera fase de su plan de paz para la castigada Franja. Las partes y los mediadores cataríes, egipcios y ahora también turcos, lo firmaron con gran secretismo y sin cobertura mediática en la localidad egipcia de Sharm el Sheij, mientras en Gaza y Tel Aviv ya se sucedían las celebraciones.

Prueba de la importancia que Trump concede al acuerdo es que su enviado especial para Oriente Próximo, Steve Witkoff, y su yerno y asesor, Jared Kushner, se sumaron a la reunión del Gabinete, que terminó ya de madrugada.

La primera fase consiste en la liberación —el acuerdo habla de 72 horas desde que el ejército complete su retirada parcial, pero Trump la sitúa el lunes o el martes— y la excarcelación de casi 2.000 presos palestinos, el repliegue de las tropas israelíes de la mitad del territorio de la Franja y una entrada masiva de la ayuda humanitaria que Israel impedía. “Es el inicio de una paz duradera”, ha asegurado en Washington el presidente de Estados Unidos.

Hamás entregará a los 20 rehenes vivos y los restos de los otros 28 que tenga localizados. Además, se compromete a informar del paradero del resto de cadáveres. A cambio, Israel excarcelará 1.700 de los palestinos que arrestó en las detenciones masivas que ha efectuado en Gaza durante la invasión y a otros 250 con al menos un condenado a cadena perpetua por participar u organizar atentados dentro del conflicto de Oriente Próximo. Israel devolverá, además, los cadáveres de 360 palestinos muertos en combate en la Franja.

El acuerdo es, sobre todo, el primer paso para poner un fin definitivo a la invasión que Israel lanzó hace dos años, cumplidos el pasado martes, a raíz del ataque de la milicia islamista. El jefe del equipo negociador de Hamás en Egipto, Jalil al Hayya, ha asegurado el jueves por la tarde haber recibido “garantías de EE UU y de los países mediadores [Qatar y Egipto] y Turquía de que la guerra ha terminado completamente”.

El texto filtrado del acuerdo es claro al respecto. La luz verde israelí implica “el fin inmediato de la guerra” y la “suspensión de todas las operaciones militares”, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería. Señala, asimismo, que el ejército israelí no regresará a las zonas de las que se ha retirado, aunque abre una vaga puerta al condicionarlo a que “Hamás implemente plenamente el acuerdo”. Los bombardeos han continuado durante este jueves y matado al menos a 20 personas, según fuentes sanitarias palestinas.

Júbilo

Las escenas de júbilo se han sucedido tanto en Gaza como en Israel desde que el presidente de EE UU lo anunciase de madrugada. Las delegaciones negociadoras estuvieron hasta la mañana del jueves puliendo los últimos detalles, según informaron medios oficialistas egipcios.

No hay aún fecha precisa para la liberación de los al menos 20 rehenes israelíes con vida, cuya preparación (están desperdigados en lugares secretos y algunos en manos de milicias distintas a Hamás) requerirá al menos dos días. La prensa israelí avanzaba este jueves por la mañana que la entrega de los cautivos podría empezar incluso el sábado, una expectativa que el propio Trump enfrió horas después al calcular que volverán a Israel el “lunes o el martes”, informa Iker Seisdedos.

Ese mismo lunes, Trump hablará ante el Parlamento israelí, a invitación de Netanyahu.

En una entrevista concedida a la cadena conservadora estadounidense Fox, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Saar, ha insistido en que Israel está comprometido con el plan para un alto el fuego y que no tiene intención de reanudar la guerra una vez que se aplique el acuerdo.

Un portavoz de Hamás, Hazem Qassem, había acusado antes a Netanyahu de manipular las fechas, las listas y algunos procedimientos y medidas ya acordados. “Se habló de implementar un alto el fuego al mediodía de hoy, pero la ocupación [Israel], por razones internas, está posponiendo el anuncio para otras fechas”, ha protestado Qassem. “Estamos en contacto con los mediadores para obligarle a cumplir lo acordado y no permitir que lo postergue”, dijo.

Un alto cargo de la milicia palestina, que respondió en un mensaje a las preguntas de EL PAÍS bajo condición de anonimato, criticó también al primer ministro israelí, de quien aseguró: “Está tratando de eludir el cumplimiento de las decisiones [previstas en el acuerdo] para detener el genocidio”. Según este representante de Hamás, el primer ministro israelí aún no había dado en la tarde del jueves a su ejército “la orden de detener los bombardeos”.

En Israel, los más críticos con el acuerdo han sido los dos partidos ultraderechistas de la coalición. El ministro de Seguridad Nacional y líder de Poder Judío, Itamar Ben Gvir, ha criticado el acuerdo por liberar a “terroristas asesinos”, en referencia a los presos palestinos con delitos de sangre. También ha amenazado con retirar su apoyo al Gobierno si “no se desmantela el régimen de Hamás”.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que también ha votado en contra, manifestó sus “sentimientos encontrados”. Por un lado, “gran alegría” por el regreso de los rehenes, pero, por otro, “un temor inmenso a las consecuencias de vaciar las cárceles y liberar a la próxima generación de líderes terroristas que harán todo lo posible para seguir derramando ríos de sangre judía”. Smotrich ha insistido en que el acuerdo no se convierta en lo que realmente es: “los secuestrados a cambio de detener la guerra”. Quiere que, “inmediatamente después de que regresen a casa”, el Estado de Israel siga “esforzándose con todas sus fuerzas para erradicar verdaderamente a Hamás”.

Retos en la segunda fase

La interpretación del acuerdo ha sido un claro ejercicio de realpolitik desde que fue presentado por Trump y Netanyahu el pasado día 19 en la Casa Blanca. Ni los plazos, ni la entrada en vigor han sido como se señalaba en principio. Tampoco era un plan dividido en dos fases, pero ha sido tratado como tal, lo que ha facilitado a Netanyahu sacarlo adelante. El grueso de los retos se concentran en la segunda fase, como el desarme de Hamás o el establecimiento de un Gobierno tecnocrático palestino.

Egipto, por su parte, ha seguido presionando durante la jornada para que se autorice la entrada de excavadoras a Gaza para despejar las carreteras y facilitar el envío de ayuda humanitaria. Su presidente, Abdelfatá al Sisi, celebró el acuerdo de Sharm el Sheij “después de dos años de sufrimiento y desgracias” en un mensaje difundido en las redes sociales. También consideró que no solo cierra el capítulo de la guerra, sino que también “abre la puerta de la esperanza” en la región para un futuro “definido por la justicia y la estabilidad”.

El acuerdo llegó tras una intensa jornada de negociaciones indirectas iniciada el miércoles por la mañana en Sharm el Sheij entre los mediadores de Egipto y Qatar y la delegación de Hamás, encabezada por Al Hayya. Por la tarde, los mediadores egipcios y qataríes se reunieron con los representantes de Estados Unidos e Israel, que contó con la presencia del jefe de su equipo negociador y ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, estrecho aliado de Netanyahu. Por la noche, se celebró una nueva sesión ampliada, que se prolongó hasta la madrugada del jueves, cuando finalmente lo anunció Trump y las dos partes, junto con el resto de mediadores, se unieron al coro de las celebraciones.

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