Las consecuencias del fuerte terremoto que sacudió el este de Afganistán el domingo por la noche son visibles un día después. El balance de víctimas asciende ya a 1.411 muertos y 3.124 heridos, según ha indicado en su cuenta en la red social X el viceministro de Información y portavoz de los talibanes, Zabihulá Muyahid, que además cifra en 5.400 las viviendas destruidas, principalmente en la provincia de Kunar. Los hospitales están desbordados, con más y más afectados llegando desde aldeas remotas en las que aún hay muchas personas atrapadas bajo los escombros.
Los equipos de rescate, entretanto, tratan de acceder a varias aldeas aisladas de zonas montañosas, y se reconocen incapaces de calcular con precisión el número de personas que continúan atrapadas bajo los escombros. El terreno montañoso y el mal tiempo dificultan el acceso a las áreas remotas, en su mayoría cerca de la frontera con Pakistán, donde el seísmo ha destruido miles de casas de adobe.
“Los heridos siguen llegando y aún recibimos reportes de personas atrapadas bajo los escombros. Algunos ya han muerto, y solo esta mañana tres aeronaves han traído heridos al hospital”, explica a Efe el doctor Sharif Khamosh, del hospital regional de Nangarhar, en Jalalabad, la capital de una de las regiones más afectadas.
El martes, una fila de ambulancias trataba de atravesar una carretera montañosa dañada, intentando acceder a las aldeas de la provincia de Kunar. Varios helicópteros transportaban, por su parte, suministros básicos y evacuaban heridos a hospitales, según pudo observar la agencia Reuters. El mayor obstáculo para acceder a las zonas damnificadas son los deslizamientos de tierra que han dañado las carreteras.
La ONU calcula que más de 12.000 personas se han visto directamente afectadas y miles de niños están en riesgo, según ha advertido el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La escasa profundidad a la que se produjo el seísmo, registrado la noche del domingo en el distrito de Kama (Nangarhar), multiplicó su impacto. Ya está, de hecho, entre los peores terremotos que han golpeado el país en décadas.
Muchos de los heridos más graves proceden de zonas rurales de Kunar, la provincia más golpeada, y han sido trasladados a centros sanitarios de la zona, donde la capacidad es limitada. El hospital provincial de Asadabad, con 150 camas, ha atendido a más de 200 pacientes desde la noche del desastre.
Los helicópteros de la Administración talibana evacuan heridos hacia instalaciones hospitalarias en Jalalabad y Asadabad, mientras maquinaria pesada trata de despejar las carreteras bloqueadas por deslizamientos de tierra. La destrucción alcanza viviendas, escuelas y mezquitas, además de tierras agrícolas y ganado, lo que agrava la vulnerabilidad económica de miles de familias rurales.
La oficina de coordinación humanitaria de Naciones Unidas (OCHA) ha identificado como prioridades inmediatas los refugios temporales y el suministro de agua potable, medicinas y alimentos de primera necesidad. La ONU ya ha liberado cinco millones de dólares (4,3 millones de euros) de su fondo de respuesta global, mientras que la UE ha comprometido una ayuda urgente de un millón de euros y el Reino Unido, un millón de libras (1,15 millones de euros). La India, por su parte, ha enviado un millar de carpas y toneladas de alimentos. China, Pakistán, Irán, y Egipto también han ofrecido apoyo.
Afganistán lleva años inmerso en una profunda crisis económica y su sistema sanitario, debilitado por la falta de recursos, enfrenta enormes dificultades para atender una emergencia que se ve, además, agravada por las restricciones impuestas por el régimen talibán y la reducción de la ayuda internacional en los últimos años.