La amplia ofensiva militar de Israel en la populosa Ciudad de Gaza y las órdenes de su ejército a los habitantes locales de trasladarse al sur de la Franja están reavivando las tensiones entre Israel y Egipto. El Cairo observa con recelo cómo Israel persiste en su estrategia de hacinar a la población del enclave palestino en el sur, bajo la amenaza latente de forzar su expulsión a la península del Sinaí. En las últimas semanas, ambos países han intercambiado reproches al más alto nivel político y Egipto ha reforzado su presencia militar en la frontera con Gaza.

El ejército de Israel ordenó el martes al alrededor de un millón de palestinos que se estima que todavía permanecen en Gaza abandonar la ciudad y dirigirse a un área designada en la región costera de Al Mawasi, en el sur de la Franja, y avanzó que operarán en la zona “con gran fuerza”. La orden se emitió después de que, en los días previos, Israel intensificara su agresiva campaña de bombardeos sobre la mayor urbe del enclave y lanzara una amplia operación terrestre.

La situación humanitaria en las zonas designadas por el ejército israelí para concentrar a la población palestina es catastrófica. Pese a ser señaladas como seguras, estas áreas, abarrotadas, han sido reiteradamente atacadas. En este contexto, El Cairo teme que Israel esté creando deliberadamente unas condiciones de vida tan difíciles que acaben empujando a la gente a intentar huir desesperadamente a Egipto.

El propio primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha vuelto a plantear abiertamente que Egipto acoja a más refugiados gazatíes, una opción que El Cairo rechaza categóricamente al considerar que Israel nunca les permitiría regresar. El viernes de la semana pasada, la oficina de Netanyahu difundió un comunicado en el que presentó esta posibilidad como la “libre elección” para “elegir el lugar de residencia”, y acusó al Ministerio de Exteriores egipcio de “encarcelar a los residentes de Gaza que quieren abandonar la zona de guerra en contra de su voluntad”.

Egipto respondió rápidamente al comunicado. Reiteró su condena al desplazamiento forzoso del pueblo gazatí “bajo cualquier pretexto” y denunció los ataques destinados a “obligar a los palestinos a marcharse”, que constituyen “crímenes de limpieza étnica”. El Cairo aseguró que “nunca será cómplice de esta injusticia” y subrayó que se trata de una “línea roja”. El mismo día, su ministro de Exteriores, Badr Abdelatty, calificó de “absurdo” el intento de Israel de disfrazar la expulsión de los palestinos de Gaza bajo el velo de una “migración voluntaria”.

Más allá del intercambio de reproches, en agosto Egipto reforzó notablemente su despliegue militar a lo largo de su frontera con Gaza, cuyo costado palestino permanece ocupado por el ejército israelí, según informaron medios locales y regionales citando fuentes castrenses y de seguridad.

El envío de tropas y equipamiento militar adicional se realizó con fines defensivos y en coordinación con Israel, tal y como establece el acuerdo de paz entre los dos países, pero refleja el estado de alarma en el que se encuentra el ejército de Egipto.

Las autoridades egipcias han rechazado en todo momento la expulsión de la población gazatí a su territorio, porque no quieren ser cómplices de un desplazamiento forzado que sepultaría la aspiración palestina de crear un Estado que incluya la Franja. El Cairo insiste, además, en que Israel, en tanto que poder ocupante, es el responsable del enclave. Y defiende que el foco debe situarse en poner fin a la violencia y proteger a los civiles en lugar de su expulsión.

Egipto también advierte de que la reubicación forzosa de palestinos en el Sinaí supondría una amenaza para su seguridad nacional. Por un lado, facciones armadas palestinas podrían golpear a Israel desde suelo egipcio, lo que daría a Netanyahu un pretexto para atacar territorio egipcio. Al mismo tiempo, estas podrían revitalizar a grupos extremistas en el Sinaí en un momento en el que Egipto ha reafirmado su control en la zona tras una década de guerra contra la rama local del Estado Islámico, que contaba con numerosos miembros de Gaza.

Impacto económico

Los dardos intercambiados entre las dos partes en las últimas semanas también han alcanzado el plano económico. Medios israelíes han informado que Netanyahu está sopesando congelar un gran acuerdo de exportación de gas a Egipto anunciado en agosto, el mayor firmado en la historia de Israel y valorado en hasta 35.000 millones de dólares (unos 30.000 millones de euros). Figuras cercanas al Gobierno egipcio, no obstante, han calificado esta amenaza de mera provocación y han acusado a Netanyahu de utilizar ese combustible clave como arma política.

Pese al deterioro en las relaciones entre las autoridades egipcias e israelíes, ambos países continúan siendo aliados estratégicos y mantienen su coordinación en materia de seguridad. En las últimas semanas, por ejemplo, el ejército israelí ha interceptado en el Sinaí al menos tres drones de los hutíes de Yemen sin que Egipto se haya pronunciado. Entretanto, El Cairo ha continuado encabezando, junto con Qatar, la mediación entre Israel y Hamás.

Durante los primeros meses de la ofensiva militar de Israel sobre Gaza, Egipto permitió que varias decenas de miles de palestinos entraran al país después de pagar altas sumas de dinero a una opaca red de intermediarios estrechamente vinculada a las autoridades egipcias. Sin embargo, este flujo se interrumpió por completo a mediados de 2024, después de que el ejército de Israel invadiera y ocupara todo el costado palestino de la frontera de la Franja con Egipto.

source

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *