21 de noviembre de 2025 – 08:20
PILAR. Una pareja de jubilados de este distrito convirtió su tiempo libre en un emprendimiento productivo que hoy abastece a comercios locales y clientes de todo el país con harina de maíz elaborada de forma artesanal y de alta calidad.
Lo que comenzó como una forma de vencer el ocio tras la jubilación se convirtió en un emprendimiento familiar que hoy abastece a comercios locales e incluso llega a otros departamentos y al exterior.
Lea más: Artesanas de Pilar ganan un premio internacional por fabricar un vestido de novia de alta costura
La profesora Jenny Aquino y su esposo, el mecánico y herrero Miguel Montiel, producen harina de maíz de alta calidad que se ha ganado un espacio destacado en el mercado.
Hace siete años, al retirarse de sus actividades laborales y con sus hijos ya formados, la pareja decidió transformar su rutina en algo productivo.
Fue entonces cuando comenzaron a moler maíz a mano para convertirlo en harina y venderla en pequeños comercios. La demanda creció y con ella, la escala y la técnica.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
La profesora Jenny Aquino relató que Miguel Montiel, su marido, aprovechando sus conocimientos de mecánica y herrería, transformó un molino de mesa en un molino industrial, al que adaptó un sistema de colado automático. También construyó un ventilador industrial para el proceso de secado.
El procedimiento se inicia con la selección del maíz amarillo (tipo chipa). Luego, el grano es cocinado a fuego de leña, en un proceso conocido como sancochado.
Posteriormente se realiza el secado con el ventilador industrial y, finalmente, el maíz pasa por el molino hasta obtener la harina, que luego es empacada y pesada para su distribución.
Jenny Aquino destacó que el crecimiento del negocio se debe a la elaboración higiénica y a la calidad del producto, que ganó aceptación entre los comercios.
Por su parte, Miguel Montiel indicó que actualmente procesan unos 100 kilos de maíz por semana, cifra que aumenta en temporadas de alta demanda. “Ahora todos quieren comer sopa paraguaya, vori vori, rora, polenta, entre otros platos tradicionales”, expresó.
El emprendimiento, que comenzó de manera tímida, hoy envía harina a clientes de Asunción, Encarnación y Ciudad del Este. Incluso paraguayos residentes en Argentina la compran para llevarla y consumirla, según comentó Montiel.
