La BBC ha reafirmado este martes su voluntad de defenderse en los tribunales estadounidenses frente a la multimillonaria demanda por difamación presentada por Donald Trump. El equipo jurídico del presidente de Estados Unidos ha materializado finalmente la amenaza esgrimida a mediados del mes pasado. Reclaman a la corporación británica una indemnización de hasta 10.000 millones de dólares (8.500 millones de euros) por la edición “engañosa” de un discurso del mandatario en enero de 2021.
“Como ya dejamos claro anteriormente, vamos a defender este caso”, ha dicho un portavoz de la BBC. “No haremos más comentarios al respecto, al tratarse de un asunto judicial en curso”, ha añadido.
Nadie en la corporación ha cuestionado la torpeza y el error de juicio de la edición del discurso, en la que se pegaron como si fueran continuos dos fragmentos de la arenga de Trump a los suyos en la fatídica noche en que el Capitolio acabó siendo asaltado por hordas de seguidores del político estadounidense. El montaje de ese audio transmitió la falsa literalidad de una orden directa de Trump a los suyos para que se lanzaran contra la sede del Congreso.
La BBC ha pedido expresamente disculpas a la Casa Blanca, y ha retirado de sus emisiones y de su plataforma en la red BBC iPlayer el documental del programa Panorama. Pero desde un primer momento ha puesto pie con pared ante la idea de ceder a las presiones judiciales del presidente estadounidense, y acabar desembolsando una cantidad millonaria a través de algún acuerdo extrajudicial, como ya han hecho algunas cadenas estadounidenses.
La crisis provocada por este asunto derivó en las dimisiones de su entonces director general, Tim Davie, y de la jefa de la división de Noticias, Deborah Turness.
Pero a pesar de unas pocas semanas de silencio en las que se ha podido transmitir la sensación de que Trump se daba por satisfecho con las disculpas, el presidente ha reanudado la guerra contra la corporación británica.
La denuncia, según el comunicado con que la han anunciado los abogados de Trump, asegura que la “antiguamente respetada y ahora desacreditada BBC difamó al presidente Trump por editar intencionada, maliciosa y engañosamente su discurso con la intención descarada de interferir en las elecciones presidenciales de 2024”.

Trump presentó en la madrugada española de este martes la demanda en un tribunal de Miami y se anunció el importe que exige como compensación: 5.000 millones de dólares por cada uno de los dos delitos de los que acusa al ente británico, uno por difamación y otro por violar la ley de Prácticas Comerciales Engañosas y Desleales del Estado de Florida.
Trump ha elegido este Estado, donde tiene su residencia personal de Mar-a-Lago, porque allí los delitos de difamación no prescriben hasta los dos años, a diferencia del Reino Unido, donde el plazo es de solo un año.
Aunque el programa se emitió hace más de un año y se refiere a sucesos ocurridos hace media década, fue en noviembre, a través de una exclusiva del diario británico The Daily Telegraph, de corte conservador, cuando salió a la luz la crisis y el debate interno de la BBC por aquella edición, y estalló la crisis.
La BBC se financia a través de una tasa de unos 200 euros anuales, que pagan todos los televidentes del Reino Unido. Se exponen a una sanción penal de hasta 1.200 euros si esquivan el pago. El equipo jurídico de la cadena entiende que cualquier pago a Trump sería un fraude político al contribuyente británico.
Además, el programa Panorama nunca se emitió en Estados Unidos, donde tampoco hay acceso a la plataforma de streaming BBC iPlayer, donde seguía estando disponible hasta hace un mes el documental.
Hasta ahora, la doctrina de los tribunales estadounidenses ha sido muy rigurosa a la hora de defender la libertad de información, consagrada en la primera enmienda de su Constitución y en sentencias que han sentado jurisprudencia.
Sin embargo, los abogados de Trump sostienen que el documental de la BBC, a pesar de no haberse emitido en aquel país, causó un grave daño económico y a la reputación del presidente.
Los abogados de Trump tendrán que demostrar no solo que la edición del documental perseguía una finalidad difamatoria, sino que la dirección del ente británico desinformó a sabiendas a sus televidentes y actuó de forma negligente.
El caso de la BBC se ha convertido en una batalla simbólica por la libertad de prensa. La cadena pública es una de las instituciones periodísticas más respetadas en todo el mundo, y el primer enemigo de fuera de su país contra el que Trump ha decidido cargar. Son muchas las voces dentro del Reino Unido que han reclamado a la corporación pública que no ceda a las presiones del presidente estadounidense.
El asunto pone además en una decisión delicada al primer ministro británico, Keir Starmer, que se ha empeñado en mantener contra viento y marea la “relación especial” entre Londres y Washington, aunque eso conlleve lo que para muchos de sus críticos es una actitud demasiado complaciente y seguidista con Trump.
“Cualquier decisión sobre su estrategia legal corresponde a la BBC”, ha dicho un portavoz de Downing Street. “Siempre defenderemos el principio de una BBC fuerte e independiente, como cadena nacional en la que se confía ampliamente por su periodismo sin miedo y sin cesiones”, ha añadido.
Pero el matiz que ha incluido a continuación da a entender que Downing Street persigue también en este asunto un ejercicio de diplomacia que evite nuevos destrozos: “Siempre hemos dicho también que es muy importante mantener esa confianza, y para ello hay que corregir los errores rápidamente cuando sean detectados”, ha subrayado el portavoz.
