Bulgaria está en plena ebullición. “Ciudadanos contra la mafia” o “Cuando el sistema calla, el pueblo habla” corearon esta semana decenas de miles de jóvenes en las calles de Sofía, la capital, y en otras ciudades de este país de 6,4 millones de habitantes, miembro de la UE desde 2007 para expresar su ira contra el Gobierno al que califican de “corrupto”. Entre una amalgama de banderas búlgaras y de la Unión Europea, los participantes gritaron “¡La generación Z no se quedará callada!” contra una clase dirigente a la que acusan de lucrarse a su costa. Se trata de la primera manifestación en la que predominan los también denominados centennials, personas nacidas entre mediados de la década de los noventa y 2010. Estos jóvenes ya han demostrado su fuerza al derribar gobiernos en países tan dispares como Nepal, Perú o Madagascar en los últimos meses. Y, ahora, esperan lograr el mismo objetivo en Bulgaria.

Las protestas arrancaron el lunes después de que el Ejecutivo tripartito —encabezado por el conservador Ciudadanos para el Desarrollo Europeo (GERB), del polémico Boiko Borisov y apoyado por la formación de la minoría turca liderada por el oligarca Delyan Peevski, sancionado por Estados Unidos y Reino Unido por corrupción— revelara el proyecto del presupuesto para el próximo año, el primero de la historia elaborado en euros, ya que el país adoptará la divisa comunitaria a partir del 1 de enero.

El borrador establecía una subida de las cotizaciones y del impuesto sobre dividendos, lo que generó un descontento popular al considerarse como una medida para esconder la endémica corrupción política. Según el más reciente índice de percepción de corrupción de la organización Transparencia Internacional, Bulgaria está en el penúltimo lugar de la UE, solo por delante de Hungría.

Borisov, que ocupó el cargo de primer ministro durante tres mandatos —el último finalizó en 2021—, anunció que se retiraría el presupuesto. Sin embargo, la decisión fue revocada y siguió adelante para que fuera aprobada en el Parlamento. Este cambio de opinión generó una ola de enfado en las redes sociales, donde temas como la democracia, la corrupción y la falta de libertad de prensa comenzaron a ser tendencia. Activistas, artistas e influencers hicieron un llamamiento a manifestarse el pasado lunes, al que también se unió la alianza opositora Continuamos el cambio y Bulgaria Democrática (PP-DB), de orientación europeísta.

“La principal razón de las protestas se debió a los presupuestos propuestos por el Gobierno, que una vez más no incluían reformas internas, sino solo el reparto de dinero y una mayor carga fiscal”, explica a EL PAÍS Aleksandar Tanev, estudiante de Derecho de la Universidad de Sofía St. Kliment Ohridski y uno de los propulsores de las protestas. Pero, esto fue solo el detonante. “El verdadero motivo es que la gente está cansada de ser gobernada por los dos políticos más corruptos: Borisov, quien dirigió el país durante muchos años, ya sea personalmente o a través de representantes de su partido, y Peevski, un oligarca que ha capturado el Estado y sus instituciones”, prosigue este activista de 21 años, que se define como alguien que hace todo lo posible por inspirar a las personas y motivarlas a luchar por el futuro de su país. En cambio, cristaliza su enfado más hacia Peevski, líder de un pequeño partido de la minoría turca acusado de manejar los hilos del poder en la sombra. “Sancionado por corrupción bajo la Ley Magnitsky de Estados Unidos y, posteriormente, por Reino Unido, goza del respaldo de una fiscalía que no ha abierto ninguna acción judicial”, asevera Tanev, quien reconoce estar sorprendido por la reacción masiva de los jóvenes: “Estas protestan demuestran que la generación Z no puede ser sobornada, manipulada por la televisión ni intimidada”.

“Los jóvenes desean vivir en un país democrático basado en el Estado de derecho”, asegura Aleksandar Petkoff, que está acabando un máster en Seguridad, Radicalización y Estudios sobre Contraterrorismo en la Universidad Nacional de Defensa Rakovski. “Nuestra principal esperanza pasa por crear una nueva generación de líderes y representantes democráticos, que lleven a cabo un cambio histórico y real en nuestro país; pero, para ello, debemos ser activamente pacientes, consistentes e inteligentes”, esgrime este estudiante de 23 años, al tiempo que anticipa que seguirán protestando hasta que caiga el Ejecutivo.

El lunes, la multitudinaria marcha transcurrió de manera pacífica hasta medianoche. Pero, poco después, un grupo de encapuchados se acercó a la sede del Partido DPS-Nuevo Comienzo de Peevski. Allí, fracturaron ventanas, incendiaron contenedores de basura y lanzaron piedras y petardos contra los agentes antidisturbios, lo que provocó el arresto de 71 personas. “Algunos políticos y medios de comunicación difundieron la narrativa de que la protesta es anti-UE o anti-eurozona y de acto vandálico; pero es falso, tanto los ciudadanos proeuropeos como los euroescépticos se oponen a Borisov y Peevski”, subraya Tanev.

Para Rumena Filipova, directora de la organización independiente Institute for Global Analytics (IGA), las protestas representan la maduración de la sociedad civil en Bulgaria, un proceso que ha evolucionado especialmente desde el movimiento anticorrupción de 2020. “A lo largo de estos años, los búlgaros han comenzado a formar hábitos de asociación ciudadana horizontal, al mismo tiempo que la Generación Z ha entrado en escena”, cuenta a este periódico la experta búlgara, que menciona la tendencia de los jóvenes a rebelarse contra estructuras sociales y políticas opresivas. “La protesta actual en Bulgaria exige el fin de un modelo de gobernanza fallido, la corrupción y la arbitrariedad; sin duda, una nueva administración estatal y política meritocrática resultaría vital para reformar el mundo empresarial y la sociedad”, indica.

Desde la oposición prevén que la presión siga en las calles contra el Gobierno, que ya retiró el presupuesto inicial y ha asegurado que no piensa adelantar las elecciones legislativas, que serían las octavas en poco más de tres años. “La tensión política y el descontento de la población, sobre todo de los jóvenes, va a ir en aumento si no dimite”, advierte Stefan Tafrov, miembro de la Junta Directiva de Sí Bulgaria, partido que forma parte de Bulgaria Democrática. Su formación en coalición con Continuamos el Cambio presentará este viernes una moción de censura para derrocar la próxima semana al Ejecutivo que está compuesto por tres partidos que no tienen la mayoría en el Parlamento y que necesitan el apoyo del partido de Peevski para sobrevivir. “Nos preocupa que la justicia búlgara no funciona bien y no combate contra los políticos corruptos”, lamenta Tafrov, exembajador en Londres, París, Roma y ante la ONU. El político apunta a “la influencia negativa” de Peevski a quien acusa de “chantajear a los políticos que no lo sostienen”. “Es el producto de un sistema de clientelismo y de corrupción organizado”, agrega. No solo la oposición aboga por la dimisión del Gobierno y la celebración de nuevos comicios, sino también el presidente del país, el prorruso Rumen Radev.

En el país balcánico sorprende también que el Partido Popular Europeo (PPE) acoja a la formación gobernante GERB como miembro. “Es imposible que Bruselas no sepa lo que opina la mayoría de los búlgaros de su líder y todos los escándalos de corrupción que le rodean”, recalca un antiguo funcionario búlgaro de la Unión Europea que prefiere mantenerse en el anonimato. “Nunca he escuchado una crítica por parte de los populares europeos contra el GERB a diferencia de Renew Europe que echó al partido de Peevski cuando éste fue elegido su líder a finales del 2024”, agrega el exempleado comunitario. Y alerta: “Esta inacción tiene un efecto nefasto en la opinión de muchos búlgaros sobre la UE, que los prorrusos utilizan como arma arrojadiza en su propaganda”.

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