Primero fueron tres correos electrónicos hechos públicos por los demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes. Después, más de 20.000 documentos sin filtrar difundidos por sus rivales republicanos en ese comité. Este miércoles, el millonario pederasta Jeffrey Epstein volvió a colocarse en el centro de la actualidad de Washington con una rendija por la que asomarse a su turbio universo a través de los papeles que el Congreso está obteniendo por oleadas de su familia desde agosto.

Uno de los tres mails que inauguraron la jornada es para su amiga y conseguidora Ghislaine Maxwell, cómplice de una red de tráfico sexual con cientos de víctimas menores de edad, hechos por los que ella cumple 20 años de cárcel. Los otros dos tienen como destinatario al periodista Michael Wolff.

En el de Maxwell, Epstein menciona en 2011 a una víctima cuyo nombre aparece tachado, de la que dice: “Pasó varias horas con [el presidente Donald] Trump en mi casa”. También: “Quiero que te des cuenta de que el perro que aún no ha ladrado es Trump”, en referencia al hecho de que el entonces magnate inmobiliario “no [había] mencionado ni una sola vez” su encuentro con esa víctima.

La Casa Blanca afirmó después que se trataba de Virginia Giuffre, que se suicidó este año, un mes después de sobrevivir al atropello de un autobús en Australia, donde vivía. En el pasado, esta dijo que nunca había visto a Trump participar de los delitos de su agresor.

En uno de los mails a Wolff, de 2019, el financiero, que murió aquel año en una celda de máxima seguridad mientras esperaba juicio, da a entender que el ya presidente de Estados Unidos estaba al tanto de su conducta. “Por supuesto que sabía sobre las chicas, dado que le dijo a Ghislaine que parara”. El tercer intercambio es de 2015, durante la primera campaña que llevó al magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad a la Casa Blanca. En él, Epstein sugiere al periodista que use lo que sabe sobre el candidato para chantajearlo.

Trump y los suyos acusaron a los demócratas de escoger interesadamente ciertos correos para hacer daño al presidente. En respuesta al gesto de sus rivales, el republicano James Comer, que dirige el Comité de Supervisión de la Cámara, decidió difundir todos los papeles que llegaron a su poder la semana pasada, que enlazó en un tuit. Ese link lleva a un impracticable repositorio de documentos francamente difícil de rastrear.

Con las horas, el destilado de esa información fue dando sus frutos, gracias a un paciente repaso y al trabajo de cribado de los medios estadounidenses.

Confidencias con una asesora de Obama

Trump sale mencionado sin parar en esos más de 20.000 documentos, aunque no hay intercambios de correos entre los dos, que fueron amigos durante 15 años y rompieron su relación hacia 2004.

En una ocasión, Epstein se refiere al entonces presidente como alguien “al borde de la locura”. En otra, dice que está “como una puta cabra” tras conocer la noticia, al inicio de su primer mandato, de que había ordenado un veto de entrada a Estados Unidos a los ciudadanos de siete países musulmanes.

Aunque tal vez el correo más suculento sea ese que el financiero envía en 2018 a Kathryn Ruemmler, que fue asesora de la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama: “Sé lo sucio que es Donald”, escribe sobre los posibles escándalos que podrían salir a la luz sobre Trump, después de que Michael Cohen, antiguo hombre de confianza, se declarara culpable de delitos federales relacionados con la financiación de la campaña presidencial que perdió Hillary Clinton. Como parte de un acuerdo de cooperación con la Fiscalía, Cohen implicó a Trump en un esquema de sobornos de 2016 que involucraba pagos a la actriz porno Stormy Daniels para encubrir una supuesta relación extramarital, que Trump niega. En 2023, el entonces candidato republicano acabó condenado a 34 delitos graves en ese caso.

El material difundido este miércoles también ofrece nuevos datos sobre las relaciones con personajes próximos al financiero, viejos conocidos de la telaraña de abusos e influencias de este, así como apariciones de nombres propios menos recurrentes en ese universo, como el ideólogo nacionalpopulista Steve Bannon, al que Epstein ofrece consejo para desembarcar en Europa, o Peter Thiel, fundador de PayPal y estrecho aliado del vicepresidente, J. D. Vance. Thiel recibe una invitación para visitar la isla privada del millonario pederasta, el lugar en el que cometió decenas, tal vez centenares, de sus abusos. Thiel ha declarado a Politico que nunca aceptó la oferta.

Epstein sigue de cerca a Trump (con Wolff)

Wolff escribió al millonario pederasta poco antes del triunfo electoral de Trump en las elecciones de 2016, en lo que aparenta ser un ofrecimiento de perjudicarlo en la recta final de la campaña. “Esta semana tienes la oportunidad de hablar de Trump de una forma que podría granjearte mucha simpatía y contribuir a su caída. ¿Te interesa?“, le dice el periodista. No es el único documento en el que ambos fantasean con derribar al entonces candidato con información supuestamente comprometedora de la que no hay rastro en los nuevos documentos.

Esas revelaciones no dejan en muy buen lugar al periodista, que a ratos se muestra como un asesor de imagen de Epstein. Autor de varios libros sobre Trump (y otro sobre el financiero), Wolff publicó este miércoles un vídeo en Instagram en el que dice: “Llevo mucho tiempo intentando hablar de esta historia. [Epstein y el presidente de Estados Unidos] mantuvieron una estrecha relación durante más de una década. Quizás estemos cerca de la prueba irrefutable”.

En esos mails hay también otras pruebas de que Epstein siguió de cerca las evoluciones de su viejo amigo, como cuando un colaborador le pasa información sobre las finanzas de Trump o en otro correo se interesa por el proceso de confirmación de Alex Acosta como secretario de Trabajo.

Cuando era fiscal federal en el sur de Florida, Acosta aceptó enterrar el primer juicio contra Epstein con un acuerdo benévolo que permitió al acusado, que solo pasó 13 meses entre rejas, declararse culpable de dos delitos estatales. También le concedió inmunidad para no ser perseguido por la ley federal por tráfico sexual de menores, porque, dijo después Acosta, veía improbable que los fiscales fueran a tener éxito en un hipotético juicio. Aquel acuerdo, que permitió a Epstein seguir abusando de menores durante una década más, fue lo que impidió a Acosta entrar a formar parte del gabinete de Trump.

Consejos sobre mujeres a Larry Summers

Si para algo ha servido la publicación de los documentos es para certificar la sintonía entre Epstein y Lawrence Summers, destacado economista que trabajó en las Administraciones de Bill Clinton y Barack Obama y luego fue rector de la Universidad de Harvard.

Ya se sabía que había tenido una relación con el financiero (relación que después lamentó públicamente), pero no que había seguido manteniendo tan habituales contactos con él entre 2017 y 2019, años después de la primera (suave) condena a Epstein por un delito relacionado con la prostitución y también después de que el Miami Herald resucitara el caso contra él con una serie de reportajes de investigación. Su publicación provocó el segundo procesamiento de Epstein, cuando los fiscales federales de Nueva York lo acusaron en 2019, y al calor del movimiento Me Too, de tráfico sexual por hechos ocurridos entre 2002 y 2005 en Miami y Nueva York.

En esos intercambios, se habla mucho sobre una relación de Summers con una mujer londinense sobre la que Epstein le da consejos. También tratan sobre Trump. En un mail de 2017, el economista dice que ha estado en Arabia Saudí, y que vuelve con la impresión de que los funcionarios de ese país piensan que “Donald es un payaso cada vez más peligroso en política exterior”. En otros mensajes, planean una donación de Epstein a un proyecto relacionado con Harvard y con la esposa del economista, Elisa F. New.

De esas decenas de correos intercambiados entre ambos no es posible concluir que Summers supiera nada sobre los delitos de Epstein.

El expríncipe Andrés: “Di que no tiene NADA que ver conmigo”.

La relación de Andrés Mountbatten-Windsor, con Maxwell y Epstein y las acusaciones de Giuffre provocaron una caída en desgracia paulatina del duque de York que desembocó en la decisión de su hermano, el rey Carlos III, de quitarle en octubre pasado el título de príncipe.

En el lote de más de 20.000 documentos, hay un mensaje de 2011 en el que el entonces príncipe responde en un correo electrónico que le reenvía Maxwell a través de Epstein. Tiene que ver con el diario británico Mail on Sunday, que acaba de pedirle al financiero una réplica a las acusaciones de abuso sexual que están a punto de publicar sus reporteros. Andrés de Inglaterra contesta: “¡Hola! ¿Qué es todo esto? ¡No sé nada! Por favor, dilo. Esto no tiene NADA que ver conmigo. No puedo soportarlo más“.

El 6 de marzo de 2011, el Mail on Sunday publicó un artículo con una fotografía del príncipe Andrés y Giuffre, la víctima que se suicidó recientemente. El duque de York mantiene que nunca cometió ningún delito. En las memorias póstumas de Giuffre, recién publicadas, esta describe las tres ocasiones en que las que la obligaron a ser esclava sexual del príncipe, a quien define como un hombre “muy consciente de sus privilegios”, que estaba convencido de que “tenía un derecho por nacimiento” a tener relaciones con ella.

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