Los liberales progresistas de D66 han ganado este miércoles las elecciones en Países Bajos, por delante de la ultraderecha del Partido por la Libertad (PVV) que lidera Geert Wilders, de 62 años, y que sufre un hundimiento respecto a los últimos comicios. Según el primer sondeo a pie de urna, publicado por la televisión pública, los primeros obtendrían 27 escaños sobre un total de 150, frente a los 25 de los ultras. Es un escenario cargado de incertidumbre, pero parece factible que las futuras negociaciones acaben derivando en un Gobierno moderado liderado por los socioliberales, con su joven cabeza de lista ―Rob Jetten, de solo 38 años― como probable primer ministro.

“Hoy millones de neerlandeses han dicho adiós a la política del miedo y han elegido las fuerzas positivas”, ha proclamado el líder de D66 antes incluso de que se abriesen las urnas. Pedía, además, “liderazgo político y cooperación entre todas las fuerzas constructivas moderadas” para formar “un Gobierno estable y ambicioso”, capaz de responder a las demandas sociales y medioambientales.

Con apenas el 20% escrutado, D66 se ponía en cabeza por primera vez, superando a un PVV que lideraba hasta entonces. Poco después, sin embargo, los ultras volvían a tomar la delantera por estrecho margen. Mediado el recuento, al filo de las dos de la madrugada, los socioliberales volvían a situarse por delante.

Giro en las encuestas

Aunque Wilders había encabezado las encuestas desde que se confirmó el adelanto electoral, el resto de partidos habían acortado distancias en los últimos días. Hasta el punto de que, el martes, Ipsos (la misma encuestadora que ha hecho los sondeos a pie de urna) esbozaba un triple empate entre D66, el centroizquierda clásico (GroenLinks-PvdA) y la ultraderecha. La tendencia ya era clara: los socioliberales estaban subiendo como la espuma, captando votos no solo en el espectro progresista sino en prácticamente todos los caladeros ideológicos. Y tanto el PVV como sus socios de Gobierno esta última legislatura caían.

La subida de los socioliberales, abiertamente europeístas, es vertical: pasaría de 9 a 27 escaños, según el primer sondeo a pie de urna, una foto fija que se ha visto refrendada media hora después por una segunda encuesta. El PVV, en cambio, se deja 12 escaños. Y los socialdemócratas y verdes pasan de 25 a 20 diputados, superados incluso por el conservador VVD del hoy secretario general de la OTAN, Mark Rutte. En quinta posición figuran los cristianodemócratas del CDA, que se quedan en 19, con una muy notable ganancia de 14.

Todavía con el recuento de los sufragios en marcha han empezado los cálculos para formar la próxima coalición. Si D66 pacta con GroenLinks-PvdA y con el CDA, sumarían 66 escaños. Se quedaría, aun así, a diez de la mayoría parlamentaria. Si se suma el VVD, sí lograrían una mayoría holgada: 89 escaños, 14 por encima de los necesarios. El problema, al menos por ahora, es que Dilan Yeşilgöz, la líder del VVD, dijo durante la campaña electoral que no querría gobernar con GroenLinks-PvdA. Otras combinaciones requerirían la entrada de varios partidos más pequeños, lo cual podría lastrar la labor gubernamental.

La campaña electoral recién terminada ha sido tensa, y ha estado dominada por la inmigración y el asilo ―banderas de la ultraderecha―, la vivienda y el coste de la sanidad. La incertidumbre se ha mantenido hasta el final, con una alta indecisión entre los electores. Algo más de 13,4 millones de ciudadanos tenían derecho a voto. La participación, de un 76,3%, fue alta en comparación histórica, pero ligeramente inferior a la registrada en 2023.

De confirmarse en las próximas horas los sondeos a pie de urna, Wilders podría haber llegado al límite de sus posibilidades, quedándose ―una vez más― a las puertas de ser primer ministro ante el veto generalizado de las fuerzas moderadas, un bloque que sale claramente reforzado en esta ocasión. Dirigir un Gobierno era el mayor deseo de este veterano político, xenófobo y euroescéptico, después de casi tres décadas como diputado en el Parlamento. Se quedará muy lejos.

El propio líder ultra ha reconocido implícitamente su derrota, poco después de que se conociese el segundo sondeo a pie de urna, que clavaba los resultados del primero. “Los votantes se han pronunciado. Esperábamos un resultado diferente, pero nos mantuvimos firmes. Estamos más decididos que nunca y seguimos siendo el segundo partido, y quizás incluso el más grande, de Países Bajos”, ha escrito Wilders en la red social X (antes Twitter). Su esperanza era llegar e incluso superar el umbral de los 30 diputados.

En 2023, cuando el ultra ganó holgadamente, con más del 23% de los votos y 37 escaños, el Gobierno surgió del pacto entre cuatro fuerzas de derecha encabezado por el grupo del propio Wilders, uno de los más veteranos de la extrema derecha europea. Aquella fue su gran oportunidad para demostrar que estaba a la altura de la tarea gubernamental. Fracasó: ese Ejecutivo solo pudo mantenerse en el poder durante 11 meses. Fue, de hecho, él mismo quien lo hizo saltar por los aires en junio pasado, al no conseguir las estrictas leyes de asilo que propugnaba. Le echó, eso sí, la culpa a sus socios conservadores.

Esta última etapa, inestable y caótica, ha hecho brillar de nuevo los atributos de la moderación en el panorama político neerlandés. Al margen de la gran victoriosa de la noche, D66 con su joven líder Jetten, la democracia cristiana del CDA ha pasado de la práctica irrelevancia a lograr que calaran en el debate político los principios de decencia y responsabilidad que propugna. Sin embargo, unas declaraciones de última hora de su líder, Henri Bontenbal (42 años) sobre la primacía de la libertad de enseñanza incluso si esta chocaba ―en centros ortodoxos― con la prohibición constitucional de la discriminación, le ha hecho retroceder en las encuestas. Su resultado final en las urnas será bueno, pero peor de lo esperado en las últimas semanas.

Cae, sin embargo, la alianza entre socialdemócratas y ecologistas, acaso por las resistencias que su candidato, el exvicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans (64 años), suscita en unos Países Bajos que llevan años virando a la derecha. Eso le ha podido pasar factura: aunque ha aguantado mejor que otras fuerzas tradicionales, todo apunta a que quedará lejos de D66, que parece comerse buena parte de su electorado. El propio Timmermans, de hecho, ha anunciado su dimisión incluso antes de que se conociesen los primeros resultados oficiales. “Asumo toda la responsibilidad por estos resultados decepcionantes”, ha dicho.

En Países Bajos basta con el 0,66% de los votos para obtener un escaño. De ahí la gran fragmentación: en los últimos comicios, en 2023, hasta 15 partidos lograron representación parlamentaria. El mismo número de formaciones que estarán ahora en el hemiciclo, según los primeros sondeos. Este miércoles había 27 formaciones en la papeleta, aunque no todas se presentaban en todas las circunscripciones del país.

Pactar una coalición puede ser un proceso lento, tedioso y plagado de baches. El tercer y cuarto Gobierno del conservador Mark Rutte ―hoy secretario general de la OTAN― tardaron 225 y 299 días, respectivamente. Y el hoy Ejecutivo saliente, encabezado por Dick Schoof, necesitó 223 días de negociaciones. Nada que ver con lo que era habitual décadas atrás: la formación más rápida hasta la fecha se logró en 1948, cuando en solo 31 días logró formar Gobierno el socialdemócrata Willem Drees.

Este mismo viernes, cuando se complete el escrutinio ―aunque la junta electoral no publicará el resultado definitivo hasta el 7 de noviembre―, se celebrará la primera reunión entre los líderes de los partidos y se designará a un explorador. Será la persona encargada de analizar el tipo de coalición que plantean las formaciones. El informe de estas consultas será remitido al Parlamento antes de que los diputados tomen posesión.

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