Peña rompió el silencio tras más de un día del crimen de Moral, ocurrido frente a la UNA. El militar fue asesinado por oponerse al narcotráfico.



Más de 24 horas pasaron antes de que el presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Santiago Peña, se pronunciara sobre el asesinato del teniente coronel Guillermo Moral, ocurrido frente a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción. El mandatario rompió el silencio al regresar de Brasil, calificando el hecho como un ataque directo al Estado paraguayo.

El crimen, perpetrado a plena luz del día, estremeció a la sociedad paraguaya por su brutalidad y por el perfil de la víctima: un oficial reconocido por su honestidad. Peña, a través de sus redes, aseguró que ordenó a las fuerzas de seguridad desplegar toda su capacidad para capturar a los responsables.

El mensaje presidencial, sin embargo, llegó tarde. Mientras la indignación crecía en las calles y redes sociales, el Gobierno mantenía un silencio prolongado sobre un hecho que expuso nuevamente la vulnerabilidad de las instituciones ante el crimen organizado.

Guillermo Moral habría sido asesinado tras negarse a recibir un soborno destinado a beneficiar a Miguel Ángel Insfrán, alias “Tío Rico”, uno de los principales acusados en el operativo A Ultranza Py. El militar había desempeñado tareas de control en el penal de Viñas Cué, donde estaba recluido el presunto narcotraficante.

La causa también involucra al senador Erico Galeano, procesado en el mismo expediente y defendido públicamente por el propio presidente Peña. Esta conexión reavivó críticas sobre la cercanía entre el poder político y sectores investigados por narcotráfico.

El mandatario enfrenta, además, una denuncia por presunto enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y tráfico de influencias. Según los senadores opositores, su patrimonio habría aumentado en un 1.603% en los últimos años, junto con contratos públicos por casi G. 1 billón a empresas vinculadas a su entorno.

El asesinato del teniente coronel se suma a la lista de crímenes que evidencian la expansión del narcotráfico en el país. La muerte del fiscal Marcelo Pecci, ejecutado en Colombia, aún resuena como un recordatorio de la impunidad y la falta de resultados en las investigaciones locales.

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Mientras en Colombia los autores materiales del crimen de Pecci fueron condenados, en Paraguay la causa continúa sin avances, reflejando un sistema judicial paralizado ante el poder del dinero y las conexiones políticas.

El caso de Moral reabre el debate sobre el costo de la honestidad en un país donde la corrupción tiene aliados en las más altas esferas. La ciudadanía observa cómo el crimen organizado penetra estructuras del Estado, mientras la respuesta oficial llega tarde y con promesas que suenan cada vez más vacías.

Fuente: Última Hora


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