Denis Shmihal sonríe pocas veces, pero el lunes se le escapó una pequeña muestra de alegría. El ex primer ministro y ahora titular de Defensa de Ucrania anunció durante una conferencia en Kiev que el primer misil de crucero fabricado en su país ya estaba siendo producido para entrar en acción. La empresa fabricante, Fire Point, difundió poco después a los medios una imagen de varias unidades recién producidas en una nave industrial y un video del lanzamiento del cohete, bautizado con el nombre de Flamingo. Fire Point aseguró que ya se había testado con éxito contra objetivos rusos.
Ucrania reclama a sus aliados internacionales “garantías de seguridad” para contener a Rusia en la actual invasión o en posibles futuras guerras. Pero el Gobierno sabe que no hay mejor “garantía de seguridad” que la autonomía armamentística. Y el Flamingo es el mayor exponente de un éxito contemporáneo sin precedentes: desarrollar y fabricar un misil en tiempo de guerra, mientras una superpotencia militar como Rusia bombardea diariamente centros de producción y logísticos de las fuerzas de defensa ucranias.
“Es hasta la fecha nuestro misil más exitoso”, dijo el miércoles el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, durante un encuentro con medios de comunicación. El jefe de Estado confirmó que ya había sido utilizado contra el enemigo y predijo que la producción a gran escala de los Flamingo será a partir de diciembre o principios de 2026. El mandatario ucranio añadió que antes de esta fecha volverá a ser disparado y que su fabricación depende también de encontrar fuentes de financiación.
Las palabras de Zelenski contrastan en moderación con las de Irina Terej, consejera delegada de Fire Point, que aseguró este viernes a Politico que ya habían fabricado 211 unidades en el último mes.
Las Fuerzas Armadas de Ucrania no cuentan con misiles de largo alcance, una gran desventaja respecto al arsenal ruso. Sus aliados europeos y Estados Unidos aportan misiles y bombas aéreas limitados para uso de medio alcance, como los estadounidenses Himars y ATACMS, o los británico-franceses Storm Shadow. Por eso el Flamingo puede ser un salto adelante: su alcance es de más de 3.000 kilómetros. La velocidad es menor a cohetes balísticos rusos o de crucero del enemigo, como el Kalibr, ya que el Flamingo no supera los 1.000 kilómetros por hora, pero es superior a la de los drones bomba de largo alcance con los que Ucrania castiga periódicamente objetivos militares y energéticos en territorio ruso.

Los drones continuarán siendo la columna vertebral de los ataques ucranios contra suelo ruso, por su menor coste y mayor facilidad de producción masiva, pero no tienen ni el radio ni el potencial de destrucción del Flamingo. Según su fabricante, puede cargar hasta 1.150 kilogramos de cabeza explosiva. El Liutyi, uno de los drones ucranios más utilizados en ataques de largo alcance, puede cargar menos de 100 kilos de explosivo y su radio de acción máximo son 2.000 kilómetros.
Gran carga destructiva
La carga destructiva del Flamingo es superior a la de la mayoría de misiles de crucero de la OTAN, pero tecnológicamente es un arma todavía poco avanzada. Sobre todo en comparación con otros cohetes de la misma familia con un radio de acción similar, disparados desde tierra o desde el mar y con velocidad subsónica, como el estadounidense Tomahawk. Defense Express, medio ucranio de referencia de análisis de armamento, da por hecho que su tecnología para evitar ser detectado por radares es mínima para simplificar así su producción.
También tiene una ventaja, según su fabricante (además del coste de producción), y es la facilidad de montar y retirar su rampa de lanzamiento, en un proceso que no dura más de 20 minutos.
Si las palabras de Zelenski y de Shmihal son correctas, y en pocos meses el Flamingo será producido en serie, esto supondría una diferencia respecto a otras armas con propulsores a reacción desarrolladas por Ucrania, como la adaptación del misil náutico Neptun para golpear objetivos terrestres, o el dron-cohete Palianitsia, que no han podido ser fabricados en cantidades significativas.
El referente del Bogdana
Ucrania ha demostrado con el obús Bogdana ser capaz de producir en grandes cantidades armas de grandes dimensiones pese a la amenaza rusa. Este cañón de artillería, el primero del país que cumple los estándares de la OTAN, está en funcionamiento en la mayor parte de las brigadas de artillería y en algunas de las más importantes brigadas mecanizadas. United 24, medio ucranio impulsado desde la oficina del presidente, indicó en marzo que la producción mensual de los Bogdana era de 40 cañones al mes. Esto es el doble de los que se fabricaban en 2024, según datos que aportó por entonces Zelenski.
El Bogdana empezó a entrar de forma generalizada en servicio en 2023. Su desarrollo empezó tan solo un año antes, aunque sobre prototipos anteriores. Este obús se convirtió en un icono de la resistencia ucrania ya en 2022. La única unidad que había por entonces disponible, un modelo prototipo, sirvió en junio de aquel año para golpear desde tierra las posiciones rusas en la isla de las Serpientes, en el mar Negro, jugando un papel clave para que el invasor se retirara de la isla.
EL PAÍS contactó en julio y en agosto con seis regimientos ucranios para poder observar el funcionamiento del Bogdana en el frente, pero todas rechazaron la solicitud argumentando que sus unidades se encuentran en localizaciones de máximo riesgo. Yura Mikolaivich, comandante de subdivisión de la 26ª Brigada de Artillería, sí accedió a detallar su experiencia con este obús. Mikolaivich comanda equipos de obuses autopropulsados Krab polacos, soviéticos y los Bogdana. Su conclusión es que el uso de artillería propia, diseñada y creada en Ucrania, tiene una ventaja de partida, y es que las modificaciones que deben hacerse para mejorar el arma, se trasladan directamente a las empresas nacionales implicadas y no tienen que pasar por múltiples canales burocráticos hasta llegar a otro país fabricante de la OTAN. La reparación y la renovación de las piezas también es más rápida.

El Bogdana, indica Mikolaivich, es completamente compatible con munición de la Alianza Atlántica, la básica de 155 milímetros, pero también la más potente, como los proyectiles estadounidenses Excalibur, que están guiados por GPS y elevan el alcance de los 30 a los 40 kilómetros.
“El obús Bogdana es, sin exagerar, un símbolo de la artillería ucrania y un factor significativo para determinar el curso de las hostilidades”, escribió en 2024 en un análisis Andrii Jaruk, profesor de la Academia Nacional Militar del Ejército de Tierra en Lviv. A diferencia de los tanques, que han perdido relevancia en la guerra ante el dominio de los drones, los obuses siguen siendo fundamentales. “Todo el mundo habla de los drones, pero la artillería es el arma de ventaja”, explica Mikolaivich, “allí donde hay más artillería en el frente, tienes más ventaja”.