Con el escrutinio de las elecciones de Países Bajos en su última fase, D66, una formación de centro, progresista y europeísta que ha sido la gran triunfadora de unos comicios con altísima participación, aventaja por algo más de 15.000 al Partido por la Libertad (PVV) del líder ultra Geert Wilders. Unos resultados con los que es muy poco probable que la extrema derecha, que ha sufrido un gran revolcón en las urnas ―pasa de 37 a 26 escaños en el Parlamento, los mismos que D66―, logre negociar con éxito la formación del próximo Ejecutivo. Dado que ningún partido con posibilidades de gobernar quiere trabajar con Wilders, será previsiblemente Rob Jetten, de 38 años y líder de D66 quien tendrá la oportunidad de liderar el proceso y tratar de lograr lo prometido en campaña: devolver el país a la senda de la estabilidad tras los enormes vaivenes de la legislatura que se cierra.

Incluso si el empate en escaños se mantiene, que es el escenario central en este momento, el tramo final del escrutinio parece conceder cierta ventaja a D66: aún queda por escrutar un puñado de votos en Ámsterdam, la mayor ciudad del país y de tendencia claramente progresista, así como los de los procedentes de las Antillas caribeñas y los de los residentes en el exterior, tradicionalmente favorables a las fuerzas moderadas y desfavorables para los ultras.

Si, por el contrario, Wilders (62 años) saliera ganador por escaso margen, el resultado tendría un efecto simbólico importante para este político, profesional de la agitación y que centra su discurso en el rechazo a la inmigración y el asilo. Podría decir, con las cifras en la mano, que su formación es la ganadora y que, por tanto, le corresponde encabezar la búsqueda de una nueva coalición. Ese enfoque, sin embargo, olvida que el PVV pierde 11 escaños en un Parlamento de 150 y tremendamente atomizado, con una quincena de partidos representados. Una derrota que, sumada a la negativa de sus potenciales socios, condena a la oposición al ultraderechista, uno de los pioneros del panorama europeo, con casi tres décadas de carrera política a sus espaldas y que “piensa seguir hasta los 80 años”.

Con todo, las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno neerlandés van a ser todo menos más fáciles. El tanteo inicial entre los partidos y las posteriores negociaciones abiertas pueden prolongarse durante meses, como ya ha sucedido en las últimas citas con las urnas. Jetten, que fue ministro para el Clima y Política Energética entre 2022 y 2024 ―durante el último Ejecutivo del conservador Mark Rutte (VVD), actual secretario general de la OTAN―, ya ha pedido que los partidos se pongan a trabajar “en lugar de pensar solo en sus propios votantes”.

Con los resultados actuales, y Wilders más que probablemente fuera de combate, una posible coalición podría reunir a D66, la alianza entre ecologistas y socialdemócratas GroenLinks-PvdA, la democracia cristiana del CDA y al VVD. Según la aplicación de conteo de la televisión pública, obtendrían 86 escaños, 10 por encima de la mayoría parlamentaria, establecida en 76.

Aunque podrían pasar aún varios días antes de que se conozca el resultado final de una de las elecciones más ajustadas de la historia de Países Bajos, Jetten quiere ponerse en marcha lo antes posible tras dos años de estancamiento político por el lastre de los desencuentros entre la derecha y la extrema derecha. “Han triunfado las fuerzas positivas”, escribió la pasada madrugada, con el escrutinio aún en sus primeras fases. “Quiero trabajar para todos los neerlandeses, porque este es el país de todos”.

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