En su homilía durante la misa de Corpus Christi que presidió hoy en la Catedral Metropolitana, el cardenal Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción, dijo que Paraguay enfrenta no solo el hambre de pan, sino un hambre de justicia y de vida digna porque las personas vulnerables son perjudicadas en favor de los intereses de los poderosos y criminalizadas por hacer reclamos.
El cardenal Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción, presidió este sábado en la Catedral Metropolitana de la capital una misa por la celebración católica de Corpus Christi, que celebra el sacramento de la Eucaristía.
Durante su homilía, el cardenal Martínez hizo énfasis en la necesidad de que los fieles cristianos quienes “se nutren del pan de Cristo” por medio de la Eucaristía no sean indiferentes “ante quienes no tienen el pan cotidiano” y denunció que Paraguay produce y exporta al mundo alimentos mientras “cientos de miles de paraguayos pasan hambre”.
“Sobre todo en la población infantil se da una tasa de desnutrición que se agudiza en las comunidades indígenas y campesinas”, lamentó.
Más allá del hambre de pan, el arzobispo señaló que en Paraguay hay hambre “de vida digna, de tierra, techo, trabajo, de justicia, de paz, educación y salud, el hambre de ser parte de una sociedad honesta”.

Puso como ejemplo a los miembros de comunidades indígenas y campesinas que enfrentan desalojos de sus tierras causados por “poderosos Don Dineros, Don Mbareteses y Don Yagarrapaces” que tienen la complicidad de autoridades judiciales en cuyas “carpetas acusatorias están caratulados hechos punibles para criminalizar sus justos reclamos y suministrarles detenciones y calabozos, darles palos para desalentar su osadía de rescatar lo suyo”.
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En Paraguay existe “desnutrición de la Justicia”, subrayó.
Personas vulnerables son “invisibilizadas”
El cardenal Martínez enfatizó que “la Eucaristía es comida comunitaria” y agregó que una persona no puede decir que ama a Dios, a quien los seres humanos no podemos ver, si no ama primero “al prójimo que vemos”, a los indígenas, campesinos, personas con adicciones y otros que han sido “invisibilizados por la globalización de la indiferencia”.
Finalmente, instó a “los cristianos que ocupan cargo de responsabilidad política, en cuyas manos están las decisiones que afectan la vida y la dignidad de nuestro pueblo” a trabajar en favor del “orden justo de la sociedad y el Estado”.
Les pidió que “impulsen políticas para que a nadie le falte pan, tierra, techo y trabajo”.